Diálogos

Creada el 14 de Octubre de 2020 a las 19:53 por Saul_mogar

Proyecto: Urban Games 2020
Tema: Diálogos
Coordinadores: abarca dacama

Valoración general

0/5 (0 votaciones)

Valoración de coordinadores

0/5 (0 votaciones)

Descripción

Diálogos sobre las lecturas comentadas en clase.

EntradaBlog

Entrada de Blog

01. Por una Barcelona menos mercantilizada y más humana

El texto nos presenta un claro manifiesto por la reestructuración de la capital catalana a raíz de la pandemia del COVID-19. Es interesante repensar las ciudades desde esta nueva perspectiva, apuntando hacia una dirección mucho más humana en el sentido de cómo vivimos las ciudades.

 

La presencia de espacios comunes, zonas verdes, menos vehículos... Va a ser de especial relevancia en los próximos años de la arquitectura y el urbanismo. Es importante también introducir en este nuevo pensamiento la necesidad de “ciudades ecológicas”, las cuales se pueden compaginar sin problema con las urbes anti-pandemias que ya se están empezando a estudiar.

 

En los próximos años será imprescindible atender a las distintas problemáticas que este texto nos presenta (problemática social, urbanística, ecológica y económica), sin embargo, aunque la ciudad sea más humanizada y ecológica, la responsabilidad individual de las personas en temas de transporte, consumo, contaminación, etc. va a ser siempre el factor clave para avanzar hacia una sociedad más consciente.


01. Una ciudad igual pero totalmente distinta

El mundo está cambiando muy deprisa, y las nuevas generaciones lo saben. Estamos comenzando a ver propuestas arquitectónicas y urbanísticas fuertemente influenciadas por la tecnología y la necesidad de mejorar el medio ambiente.

 

Es innegable que hay que repensar nuestras ciudades, teniendo en mente siempre una perspectiva ecológica y responsable. El cambio en el uso del transporte ya se está sintiendo en muchas ciudades (la implantación de las “supermanzanas” en Vitoria y Barcelona es prueba de ello), así como está cambiando también el uso que hacemos de nuestras urbes.

 

Sin embargo, es importante debatir sobre si las ciudades del futuro se acercan más a la idea de utopía o distopía. Para responder a esta pregunta es necesario pensar en cómo han de cambiar nuestros barrios (¿se le debe dar más importancia al peatón o al coche? ¿Se prefiere una gran densidad demográfica o tendrán preferencia los espacios públicos?) y la forma en la que los vivimos (¿se dará prioridad a los espacios de habitabilidad mínimos, o comenzará una gran desurbanización de las grandes capitales hacia las afueras?).

 

Si bien todas estas preguntas van a necesitar años de reflexión y ensayo y error, es indudable que nuestras ciudades deben empezar a depender más en energías renovables y ser mucho más verdes, pero esto ya es algo que viene en el pensamiento de los urbanistas más jóvenes.


01.  ¿Qué ha sido del Urbanismo?

Hoy en día estamos viendo como el urbanismo se ve peligrosamente amenazado por cuestiones como la sobrepoblación y la especulación. Es necesario concienciarnos de la necesidad de un cambio en la manera de concebir y vivir las ciudades, y quizás ese cambio esté en el pasado.

 

Las ciudades clásicas se caracterizan por tener una muy buena planificación y estar adaptadas a la vida humana (no como hoy en día, que parece que somos nosotros los que nos tenemos que adaptar a las ciudades). Puede que la solución a la problemática urbanística del s. XXI se resuelva de manera empírica, transportando las buenas cualidades de estas ciudades clásicas, pero siempre combinándolas con las tecnologías actuales y teniendo en cuenta las problemáticas modernas.

 

Es hora de concebir las ciudades como utopías, definidas por su urbanismo y llevadas a cabo por la arquitectura de sus edificios. Esta última cuestión es imperativa también para un desarrollo urbano sostenible: la arquitectura y el urbanismo deben ir de la mano para alcanzar esa utopía que se lleva buscando desde hace siglos.

 

Por último, es necesario reflexionar sobre la siguiente pregunta: “¿Y si […] redefinimos nuestra relación con la ciudad no como sus hacedores sino como simples sujetos colaboradores?”. Se vuelve a hacer visible la necesidad de sentir la ciudad y no de pensarla o planificarla de manera deshumana (algo que se ha criticado durante años al Movimiento Moderno).


01. Utopía

La ciudad como utopía es el objetivo último del urbanismo. En esta historia se nos presenta una sociedad que vive una vida casi monacal y cercana incluso a los ideales socialistas/comunistas. Entramos así en el siguiente debate: ¿vivimos en una sociedad que nos lleva lentamente a esa utopía? ¿O nos acercamos cada vez más a una distopía?

 

La planificación de las ciudades se ha ido adaptando poco a poco a la necesidad capitalista del planeta, creando autopistas y carreteras para agilizar el transporte, centros financieros para mejorar la economía, centros gubernamentales para controlar de alguna forma a la sociedad… Y es todo esto lo que nos hace darnos cuenta de la necesidad de cambio en nuestra manera de vivir.

 

Esto se ha hecho más evidente con la pandemia del COVID-19, la cual ha cambiado por completo la economía y la forma de vivir de todo el planeta. Ahora más que nunca es cuando nos debemos replantear el sistema de sociedad que queremos llevar a cabo. Quizás en esa respuesta no entre el capitalismo, el comunismo, ni ningún otro sistema ya conocido. Quizás la respuesta esté aún por descubrirse.

 

Pero cada día nos damos cuenta de la necesidad de una civilización más humana, desligada de las ataduras contemporáneas que perpetúan las ciudades modernas. Quizás esa sea la verdadera utopía, quizás con el urbanismo podamos llegar a ella.


01. El urbanismo y las lámparas de la arquitectura

Desde las propuestas urbanísticas del s. XIX hasta los proyectos de los urbanistas más jóvenes de estos últimos años, hemos visto siempre una cierta búsqueda inclusión social y comunicación (muchas veces se opone incluso al impulso económico de las propias ciudades). A día de hoy, el debate de plantear urbes mejor adaptadas al ser humano sigue abierto.

 

Para conseguir esto, el urbanismo siempre ha tenido en cuenta cuestiones muy importantes relacionadas con el lugar de asentamiento de la ciudad, algo que se le puede reprochar muchas veces a la arquitectura e incluso a ciertos movimientos del s. XX. Bien es cierto que la arquitectura ha servido como medio para simbolizar una época o cultura, y es necesario proteger y generar eso, pero para ello es imperativo que el urbanismo la vincule con su lugar y tiempo correspondientes.

 

Además de esto, es interesante ver la arquitectura y el urbanismo como herramientas utilizadas para resolver ciertos problemas sociales o económicos (ya se ve claramente en las mencionadas propuestas urbanísticas decimonónicas), pero no siempre son capaces de garantizar soluciones. Respecto a esto ha surgido en los últimos meses un debate que me parece cuanto menos interesante: la okupación.

 

La okupación es un movimiento social surgido como respuesta ante la incapacidad de los gobiernos (y en definitiva del urbanismo y las ciudades) de garantizar una serie de servicios y/o derechos básicos a ciertas personas. Si bien sigue siendo un problema social que requiere de una solución, muchas veces se tiende a obviar los beneficios de este movimiento, como la creación de parques y huertos urbanos o la instalación de centros sociales por parte de los okupas. Un ejemplo de ello es el Can Masdeu, un antiguo hospital convertido en centro social organizador de diversas actividades y creador de multitud de espacios urbanos. Esto también es urbanismo, reflejo fiel de la sociedad contemporánea y sus diversas problemáticas.


01. La utopía, la ciudad y la máquina

El texto nos presenta la idea de la ciudad como reflejo de la humanidad, por tanto, una ciudad utópica no sería más que una humanidad utópica, basada en una máquina social de la cual cada uno de nosotros somos un engranaje.

 

Sin embargo, cabe preguntarse: ¿existe realmente una humanidad utópica global? ¿Cuáles son las bases éticas de dicha utopía? ¿Algún día llegará esa sociedad soñada?

 

Es el momento de darnos cuenta de que el urbanismo no es más que un vehículo que nos puede hacer llegar a dicha utopía, pero realmente el cambio se debe producir en nuestra forma de vida, en la forma de trabajar de es “máquina social” de la que somos parte.

 

También es clave entender que no puede existir una utopía global que satisfaga a todos, la subjetividad siempre va a estar presente, por lo que la ciudad se tiene que adaptar a las costumbres y tradiciones de cada lugar y época (esto es algo que se logra en colaboración con la arquitectura).

 

Por tanto, es imposible decir si esa utopía llegará algún día o si ya ha existido en un pasado, puesto que nuestros ideales y bases éticas estas sometidas a un constante cambio y revisión.


02. El arte de planificar el sitio

El diseño urbanístico es un complejo sistema proyectual en el que intervienen multitud de factores. Además, es un proceso empírico y reiterativo, consciente de su necesidad de renovación y cambio estético a lo largo de los años.

 

Hemos aprendido que el emplazamiento de una ciudad nos puede decir mucho de su historia, así como puede ser de gran utilidad para la vida cotidiana. Por ejemplo, una ciudad con cuestas fue útil para defenderse en épocas de guerras, pero también facilita el abastecimiento del agua, así como su posterior saneamiento. También es importante hablar del cambio climático cuando mencionamos el emplazamiento, ya que se está viendo como zonas costeras se están comenzando a inundar como consecuencia de él, pareciendo casi como que el mar intenta recuperar su espacio original (sin embargo, Venecia es un claro contraejemplo, siendo una ciudad dotada de una tecnología depurada que le está permitiendo evitar las tan indeseables inundaciones que han sido constantes durante años).

 

Además del emplazamiento, está comenzando a ser muy importante la implicación de la propia comunidad en el proceso proyectual (ya se han visto varios ejemplos como la renovación Byker en Newcastle-Upon-Tyne), algo que puede parecer tedioso y complicado en muchas ocasiones, pero que a la larga tiene consecuencias e impactos muy positivos.

 

En general, hay que entender el urbanismo como una concatenación de proyectos que intensifican la relación espacio-época-habitantes, siguiendo una serie de objetivos comunitarios y necesarios, que si bien pueden cambiar a lo largo del tiempo, van a ser necesarios para su posterior aprovechamiento en los futuros diseños urbanísticos.


02. Especies de espacios (la calle)

Es interesante entender esta lectura como una descripción sensible e, incluso, infantil de la calle, ese trozo de ciudad que muchas veces pasamos desapercibido. Llama la atención la descripción de cada uno de los detalles de una escena cotidiana y como se indaga tanto que, al final, “no pasa nada”.

 

Al contrario de lo que pueda parecer, considero este ejercicio de descripción pormenorizada increíblemente difícil, surgiéndonos cientos de preguntas como ¿está la ciudad bien adaptada al ser humano? ¿Y a las personas con minusvalías? ¿El coche ha tomado más presencia en las ciudades que nosotros?

 

Sin embargo, todas estas preguntas se resumen en una general: ¿cambiará en un futuro próximo esta descripción de la calle (y por extensión la de la ciudad)?

 

Es una pregunta de difícil respuesta ya que la ciudad y la calle están en constante cambio, cada segundo nos encontramos con escenas completamente distintas que nos dicen algo diferente. No obstante, debemos hacer el esfuerzo de llevar a cabo estos análisis pormenorizados para darnos cuenta de dichos cambios, además de las necesidades y/o carencias que se presentan para que, en un futuro, sirvan como objeto de análisis en el proceso de diseño urbanístico.


02. Los ejes en el proyecto de la ciudad

Las ciudades se pueden entender también, de una manera más funcional, como zonas geométricas definidas por una serie de figuras diferenciables. Dentro de estas figuras nos encontramos una especial: el eje.

 

El eje ha servido históricamente como una forma de organizar, estructurar y ordenar la ciudad. Se encuentra presente, sobre todo, en las ciudades recientemente proyectadas (Camberra, Brasilia, etc.). Hay quien ve dichos ejes como una manera de “embellecer” el espacio urbano, en contraposición del crecimiento como mancha de aceite de las ciudades más antiguas. Sin embargo, la componente subjetiva siempre juega un papel importante en este tema. Bien es cierto que la estructuración por ejes de la ciudad crea una cierta jerarquía interna muy útil a la hora de ordenar un territorio, pero además pueden servir para crear visuales urbanas.

 

En general, para el futuro del urbanismo los ejes siempre van a ser una herramienta disponible para la ordenación territorial, pero siempre es preferible explorar otras opciones que, quizás, se adapten mejor a la orografía o, incluso, a la tradición del territorio (elementos bioclimáticos artificiales, ríos, lagos, plazas…).


03. Unwin: para un urbanismo particular

Nos volvemos a encontrar con la escisión del urbanismo en urbanismo formal, más atento a las cuestiones funcionalistas y legales, y urbanismo informal, más pendiente de la importancia del emplazamiento y el contraste.

 

Sin embargo, todo se resume en la necesidad empírica de vivir nuestras ciudades y plantear un modelo de urbe más humano, centrado en la resolución de problemas y el orden proyectual más que en el funcionalismo arquitectónico, el estructuralismo urbanístico o los detalles en el proyecto.

 

Debemos de tener en cuenta la obsolescencia de ciertas características urbanas que, muchas veces, no funcionan tras cierto tiempo. Hoy en día es muy importante tener una densidad demográfica alta en las grandes ciudades, algo que en las urbes clásicas no era así.

 

Por último, hay que aprender a combinar los aspectos formales que he mencionado al principio con las necesidades humanas de la era moderna, siendo estos primeros una manera de guiarnos hasta la resolución de dichas necesidades.


03. La ciudad no es un árbol

El debate de si una “ciudad natural” es mejor que una “artificial” siempre ha estado lleno de subjetividad personal, pero en realidad hay que saber apreciar los puntos fuertes de cada una.

 

La primera puede potenciar una mejor relación social entre sus habitantes, generando elementos superpuestos que generen interdependencia, muchas veces necesaria para su correcto desarrollo. El texto nos introduce los ejemplos de los niños que juegan, la vida universitaria o la pequeña industria. No obstante, considero que este tipo de ciudad, asociado muchas veces a las ciudades clásicas de la historia, necesita una abstracción conceptual que se debe reinterpretar y adaptar a la vida moderna.

 

Por otro lado, las “ciudades artificiales” cuentan con una cierta planificación que puede acelerar o simplificar la rutina cotidiana. Además, considero que cuentan con una estructura muy acertada para ciertas situaciones como, por ejemplo, una pandemia. Este tipo de ciudades podrían ser fácilmente controlables para contener cierta enfermedad.

 

En general, se hace necesario repensar la estructuración de las ciudades para crear una forma de vida más simple que el semirretículo, pero más humanizada que el árbol. Al final, nuestra propia vida es un semirretículo al cual ha de adaptarse la ciudad, pero siempre buscando la simplicidad y la funcionalidad estructural de la misma.

 

CIUDADES ARTIFICIALES CIUDADES NATURALES
Facilitación y aceleración de la rutina diaria. Potenciación de las relaciones sociales.
Facilidad para controlar ciertas situaciones  como pandemias. Necesidad de abstracción para su adaptación a la ciudad moderna.
Elementos aislados o unos dentro de otros. Elementos superpuestos e interdependientes.

03. La piel de las ciudades

A día de hoy, no es sorprendente ver como la mayoría de las intervenciones urbanísticas y arquitectónicas que se llevan a cabo en las ciudades son basadas en ciertos intereses económicos y/o políticos.

 

Es el momento de analizar detenidamente la estructura superficial de las ciudades (epidermis) para encontrar, examinar y resolver los problemas existentes en ella. Vuelve a surgir la necesidad de experimentar el urbanismo, cuya vivencia nos puede aportar las características cualitativas de ciertos espacios. En eso se basa el propio método empírico.

 

A parte, debemos ser capaces de analizar con detenimiento las distintas “cosas urbanas” dentro de la ciudad, las cuales han de ser introducidas en el proyecto urbanístico, capaz de contribuir en la epidermis urbana aportando ciertas experiencias físicas y sensoriales. Todo esto se relaciona en parte con el relato de “Especies de espacios”, el cual analiza de manera pormenorizada cada uno de los elementos que, en nuestro día a día, pueden parecer triviales.

 

En definitiva, hay que aprender a leer las ciudades, incluso sus elementos aparentemente inconexos para poder sacar conclusiones y soluciones acertadas.


03. La gran ciudad

Nos encontramos en un mundo lleno de grandes ciudades, caracterizadas por una gran desorganización, cuya raíz viene de un sistema económico surgido del imperialismo capitalista que le da mucha más importancia al desarrollo económico y político que a la verdadera problemática social moderna.

 

Por tanto, podemos llegar a la conclusión de que el verdadero problema de las ciudades actuales reside en su propio origen y no en su estructuración urbana.

 

Desde el siglo XIX hemos visto multitud de propuestas urbanísticas que buscan paliar dichos problemas, y el texto nos presenta dos proyectos destacados: la propuesta de Le Corbusier para una gran ciudad para tres millones de habitantes y la propuesta de Ludwig Hillberseimer para una ciudad de un millón de habitantes.

 

Ambas comparten una preocupación común por dos problemas fundamentales de las ciudades modernas: el problema de la vivienda (sobre todo la vivienda del proletariado) y el problema de la circulación y el tráfico. Aunque puedan parecer conflictos inconexos, no lo son y hay que tener eso en cuenta. Por desgracia, ambos proyectos cuentan con inconvenientes como la segregación social o pérdida de escala en el caso de Le Corbusier o la falta de humanización urbana en el caso de Ludwig Hillberseimer, surgidos a raíz de la intencionalidad ordenadora más que solucionadora de ambos proyectos.

 

Por otra parte, es interesante reflexionar sobre la utilidad de la “ciudad vertical”, realmente más afín a la necesidad de alta densidad demográfica actual y más cercana al uso de las tecnologías más recientes, en contraposición de la “ciudad horizontal” clásica.

 

A la vista de estas preocupaciones, solo nos queda preguntarnos ¿cómo se puede crear una gran ciudad que resuelva las problemáticas sociales y de desplazamiento mientras se atienden favorablemente las cuestiones económicas y políticas de cada lugar?


04. Trazar el territorio

La disciplina de trazar un territorio no solo nos permite conocerlo mejor, sino que nos autoriza a cambiar su composición o a reorganizarla.

 

Hay que entender el trazo y el diseño de las ciudades como una materia con ciertos objetivos claros, siempre atenta a los detalles, pero con la mirada general tanto espacial como temporal.

 

Sobre esto último, es importante recalcar que esta mirada temporal debe ir tanto hacia atrás como hacia delante, por lo que debemos aprender a leer e interpretar el pasado mientras tenemos en cuenta el futuro. Las construcciones humanas no van a ser perpetuas, por lo que se hace evidente la necesidad de meditar nuestra forma de proyectar para facilitar su deconstrucción en un futuro, algo que ya se está haciendo en muchos lugares.

 

Por otra parte, el proyectar o trazar una urbe nos exige un trabajo multiescalar, en el cual debemos atender al conjunto y al detalle, algo que, a su vez, nos permitirá conocer mejor el espacio y sus necesidades o problemas.


04. Sobre la noción de tipo

La clasificación de la obra arquitectónica ha sido siempre un tema lleno de subjetividad y polémica cuanto menos. Es ahí donde nace la necesidad de definir el “tipo” arquitectónico como elemento que nos ayuda a clasificar dicha arquitectura.

 

Si bien su definición y uso ha variado a lo largo de los años, hoy en día creo que debemos de pensar en el tipo como un concepto que define una serie de elementos que, unidos, forman un grupo característico en el cual se puede incluir ciertas arquitecturas.

 

Esta clasificación nos puede ayudar a resolver problemas proyectuales específicos, basándonos siempre en la abstracción y concretando el tipo de edificio mediante ciertas transformaciones en el tipo arquitectónico base. Se convierte así el tipo en una herramienta compositiva que, gracias a su intensa relación con la historia y el pasado, nos permite tener una cierta sensibilidad arquitectónica en el proyecto. La relación con el pasado no debe entenderse como restricciones impuestas al creador, como creían muchos teóricos del Movimiento Moderno.

 

Por otro lado, sería interesante pensar en el tipo arquitectónico como un puente que une el pasado con el presente y, a su vez, con el futuro. Vivimos en una sociedad con unos objetivos y unas necesidades muy diferentes a las del siglo XIX o XX, por lo que es el momento de, como buscaba en cierta medida Le Corbusier, combinar el concepto de tipo con las novedades tecnológicas del momento, dándole especial importancia a la prefabricación y la modulación, procesos que, si bien al principio pueden ir en contra de la singularidad arquitectónica que defendía el tipo arquitectónico clásico, pueden devenir en importantes herramientas para desarrollar la arquitectura futura mientras nos basamos en una sensibilidad histórica proporcionada por el tipo.


04. Introducción. Tipos fundamentales de ciudad

El problema de definir objetivamente el concepto de “ciudad” es algo histórico, y siempre ha estado condicionado por los factores culturales y geográficos del lugar y la época en los que se intentaba encontrar dicha definición. El estudio urbanístico, al fin y al cabo, es un arte multidisciplinar difuso y amplio, abordable desde diferentes puntos de vista.

 

El texto nos introduce términos como “ciudad pública”, “ciudad doméstica”, “ciudad caótica”, “ciudad sin alma” (este último término es definido según la subjetividad del autor), etc. Sin embargo, el concepto actual de urbe contemporánea se acerca y se aleja a la vez de todos estos términos.

 

Vivimos en una sociedad con miles de años de historia que, inevitablemente, se ven reflejados en las ciudades, creando tejidos urbanos heterogéneos y, a veces, aparentemente inconexos que dotan de personalidad a cada urbe. Los valores modernos del capitalismo han ido desplazando paulatinamente los valores espirituales y religiosos de las antiguas ciudades, dando paso a una sociedad enfocada en la economía que, por suerte o por desgracia, ha propiciado la aparición del arquetipo de ciudad contemporánea.

 

No obstante, la aparición de la pandemia sigue dejando en evidencia la necesidad del uso de ciertos elementos ligados a la ciudad clásica, como las plazas y los espacios públicos, algo que, sin duda, habrá que tener en cuenta en un futuro próximo a la hora de proyectar nuevas urbes.


05. Los principios del nuevo urbanismo

El texto nos evidencia la necesidad de un urbanismo contemporáneo basado en la flexibilidad y el empirismo, a la vez que se tienen en cuenta factores sociales, históricos y geográficos.

 

El primer punto introduce el concepto de "dispositivo". Este concepto es muy importante ya que hace referencia a instrumentos de generalización adaptables y flexibles a lo largo del tiempo que buscan definir procesos de transformación más que resultados concretos. Es estimulante pensar en esta forma de proyectar, pensando en qué resultados se busca obtener más que en cómo se quiere llegar a ellos. Un ejemplo claro de dispositivo urbano serían las ordenanzas, las cuales proporcionan guías (más o menos concretas) para poder llevar a cabo ciertas ideas. La ordenanza de New York sobre el escalonamiento de los rascacielos para permitir una mejor iluminación e higiene de la ciudad es una gran lección sobre esto.

 

Seguidamente, se nos propone una muy interesante manera de pensar en el proyecto urbanístico como una herramienta que nos permite conocer más a fondo el entorno de trabajo, para lo que es necesario usar en todo momento la información recabada, incluso después de la realización del propio proyecto.

 

Por otro lado, la flexibilidad del urbanismo debe ir siempre acompañada de una heterogeneidad basada en la libre estética, fruto de la unión entre la ciudad contemporánea y su representación histórica ya existente. Todo esto debe tener una relación estrecha con la sociedad y época correspondientes.

 

En general, el nuevo urbanismo debe ser el resultado de experiencias e información repetitivas, dando paso a un proceso participativo y sostenible.


05. Una nueva mirada al proyecto urbanístico

Ya se ha comentado la necesidad de repensar el proyecto urbanístico como un proceso empírico basado en diferentes conocimientos sociales, geográficos, históricos y culturales de las diferentes zonas a transformar, pero igualmente importante es redefinir el proceso proyectual urbano mediante técnicas más sensibles y desligadas de operaciones antiguas (y obsoletas), pero socialmente aceptadas. Es hora de replantearnos la necesidad de dichas técnicas, dejando de lado el tema económico, motor de la mayoría de los proyectos urbanísticos de los últimos años.

 

Se hace así necesaria la abstracción proyectual para crear intervenciones multiescalares, realizadas mediante diferentes ángulos y que aseguren una correcta inserción urbana. Todo esto solo es posible si se piensa y se proyecta a largo plazo, teniendo en cuenta la coherencia de los proyectos entre sí y con el propio conjunto urbano general a lo largo de los años.

 

Además de todo esto, las metodologías modernas deben ser un instrumento utilizado para este fin, facilitando la visualización y el entendimiento de los distintos proyectos y acciones urbanísticas.

 

En general, el urbanismo es una tarea multidisciplinar, multiescalar y coherente en el espacio y tiempo con los distintos proyectos que lo componen.


05. El urbanismo de los 800 metros

La funcionalidad del urbanismo es uno de los principales factores condicionantes en el proceso proyectual, cuya materialización ha sido cuestión de debate desde hace años.

 

El diseño de una ciudad debe atender a ciertas medidas, a las cuales se le exige una correcta adaptación a la vida humana. Se entiende así, que las formas de medida basadas en la escala humana son las más coherentes (aunque el automóvil esté ganando espacio en las ciudades actuales).

 

El uso de la milla y sus diferentes múltiplos y submúltiplos, herederos directos del paso humano, han sido de gran utilidad en la racionalización de las grandes urbes, clásicas y contemporáneas. Se ha comprobado que una ciudad basada en grandes distancias pierde relevancia social para dar paso al automovilismo (“la calle se convierte en arteria y comienza a destrozar la identidad del barrio”).

 

Por esto, es importante construir ciudades descentralizadas, basadas en varios núcleos urbanos conectados por cortas distancias que potencien los “promenades” y las relaciones sociales de los propios habitantes, creando a la vez una sensación de pertenencia al lugar en éstos.


05. Me interesa la piel de las ciudades

Una de las cosas que más llaman la atención de este texto, es cómo el autor busca definir el “buen urbanismo” mediante una serie de pautas que, a veces, pueden resultar chocantes.

 

Lo más importante es la voluntad de querer hacer un buen urbanismo (muchas veces olvidada por los arquitectos y urbanistas contemporáneos), la cual genera deseo que, al final, se convierte en calidad.

 

A continuación, es importante tener en cuenta que la ciudad es un sistema complejo formado por mucho más que edificios bonitos. Los conflictos que en ella se generan, el tráfico, el desorden, etc. son elementos que también generan belleza y singularidad en una ciudad. Quizás habría que expandir dichos elementos, sometiéndolos a un análisis y debate intensivo, por ejemplo, ¿la arquitectura “agresiva” y fuera de contexto genera belleza también?

 

Por último, y no menos importante, es imperativo vivir las ciudades y proyectarlas teniendo en cuenta la idea de “urbanidad material”. Es importante saber leer las ciudades y sus necesidades, pero igual de importante es saber pensar cómo se quiere vivir la ciudad, sus materiales, sus elementos, su tráfico, etc. Sólo así se puede proyectar correctamente una urbe.

 

En palabras del autor: “el urbanismo de calidad no es para todos los días”.


05. El territorio de la arquitectura

 

El proceso de creación de un proyecto se basa en el análisis y clasificación de ciertas problemáticas que pueden ser resueltas mediante el uso de ciertos tipos arquitectónicos, es decir, modelos generales que, gracias a la experiencia, resuelven determinados problemas y de los cuales podemos sacar esquemas o características necesarios para ciertos fenómenos.

 

En definitiva, el tipo arquitectónico es una herramienta utilizada para normalizar tres tipos de fenómenos: el problema de las medidas, el problema de las relaciones entre función y lugar geométrico del proyecto, y el problema de la distribución de funciones.

 

Pero para llegar a la resolución de dichos problemas debemos ser capaces de analizar cada fenómeno o problemática, susceptibles de ser alterados, subdivididos o fragmentados según la perspectiva con la que se miren. Este análisis exhaustivo nos llevará a el uso de un tipo ya determinado que se adapta perfectamente a dicho fenómeno, a la creación de un nuevo tipo que resuelva la problemática (esto se hace necesario cada cierto tiempo debido al desarrollo tecnológico y cultural de cada zona) o al uso de un tipo intermedio, que necesite la intervención original del propio proyectista.

 

Resumiendo, debemos ser capaces de analizar la realidad y elegir una herramienta (en este caso el tipo arquitectónico) que nos proporcione una serie de guías para solucionar cada fenómeno.


05. Ciudades cortadas

Es interesante entender el proyecto urbano como un texto que se añade a otro texto (o pretexto) que representa la ciudad. Es así como nos encontramos con una combinación de narraciones lineales desde las que se tiene un único punto de partido y no varios hilos argumentales que solo distraen del verdadero proceso proyectual.

 

Se hace imperativo comprender, en este sentido, la ciudad como un “todo” inalterable que mantiene una relación de interdependencia con cada uno de los proyectos que la forman. Se crea entonces una necesidad de saber analizar el entorno de una manera sensible para poder realizar un proyecto de calidad.

 

Una de las mejores herramientas para este análisis es la sección. Esta sección nos permite comprender en su conjunto un fragmento (que no corte) de la ciudad desde una perspectiva cercana a la propia vida cotidiana. Es mucho más fácil ver las relaciones entre los diferentes edificios y zonas urbanas, así como su dinamismo, en sección que en planta.


05. La ciudad necesita de todos nuestros cuidados

El proyecto arquitectónico y urbanístico es un proceso sensible, motivado por ciertos objetivos, cambiantes a lo largo de los siglos y la geografía. En definitiva, dicho proceso es un compromiso de entendimiento y adecuación del tiempo y el espacio en el que se realiza. Dicha visión sensible del proyecto puede (y debe) complementarse con un proceso artístico a la vez que funcional, algo que, muy a menudo, se olvida.

 

El concepto de utopía y antiurbanismo cuentan con un punto común: la naturalización de las ciudades, un concepto muy importante de los últimos años que, debido a la situación excepcional que vivimos en la actualidad, está en boca de todos. Esta naturalización se opone, en cierto modo, a la industrialización que han vivido las ciudades (algunas más que otras) desde principios del s. XIX.

 

Es innegable que el sistema capitalista y, más concretamente, el fordismo de la primera mitad del s. XX ha buscado generar capital en las metrópolis de todo el mundo, pero es importante saber interpretar este capital simbólico. Su acumulación obsesiva a lo largo de los años ha creado desarrollos urbanos muchas veces incontrolables y, por consecuencia, ciudades que satisfacen únicamente necesidades de segunda clase (es decir, objetos “de lujo”).

 

Debemos repensar un sistema que nos permita cuidar de nuestras ciudades, que nos permita incrementar el capital que a su vez satisfaga la necesidad urbana de infraestructuras y redes que permitan una vida digna a sus ciudadanos (necesidades de primera clase). En definitiva, el urbanismo necesita un crecimiento sostenible.

Comentarios

Aún no hay comentarios para esta entrada. ¡Sé el primero!


Accede o regístrate para comentar y puntuar la entrada.