EL ARTE DE PLANIFICAR EL SITIO:

Como condición inicial, se tendrá siempre presente que cualquier tipo de justificación, perspectiva y manera subjetiva de objetivizar a la sociedad de hoy, es constantemente esa acusación efímera. Me explico: nunca se podrá tomar como eterna una forma de ver al mundo, puesto que somos un continuo cambio creciente y emergente.

Sin irme por las ramas y aplicando ésta premisa al urbanismo, que es ésta tarea de estudio, afirmo que a la hora de ejecutar cualquier intervención en el ámbito ciudadano, ocurre este constante flujo de cambios momentáneo del cual vengo hablando.

La cuestión sale a flote cuando nos introducimos en el ''tema'' de valorar una de las cosas que sí quedan permanentes durante más tiempo: la arquitectura.

Esa discusión, de valorar ''lo antiguo'' y ''lo nuevo'' cuando realmente somos un presente que constantemente se esfuma, da fruto a dos tipos de visión ( de manera general) típicas:

La primera es el darle más valor a lo antiguo que a lo contemporáneo, dónde entran temas de restauración, patrimonio histórico, sensibilidad por la pàtina diria yo... etc.

La segunda sería la inversa, creer que un constante cambio nos lleva al desarrollo, al crecimiento y a la novedad.

Como en todo, generalizar no es lo más acertado. Cada muro en ruinas y cada bloque de hormigón prefabricado depende de un contexto en concreto temporal, y eso, como vengo diciendo, no es perenne.

Lo que deberíamos hacer es aprovechar lo que disponemos en el momento, sea antiguo o sea nuevo, pero el capricho para la arquitectura, es algo con lo que hay que actuar con cautela.

En definitiva, no me declino ante una visión u otra, no pienso de manera ''típica''. Tenemos que ser lo que somos cada segundo, y construir y restaurar lo pertinente en ese corto y voladizo espacio temporal.