La ciudad está totalmente vinculada al lugar del que surge. No se puede entender una ciudad desligada de su situación original de partida, ya que los condicionantes y características que la situación ofrece son los que nos dicen el porqué del desarrollo o crecimiento que ha ido experimentado la ciudad a lo largo del tiempo.

Por esta razón, cuando hablamos de un lugar, de un sitio, no nos podemos olvidar de sus raíces, del relieve que tiene la ciudad, si es o no buena para el cultivo, si tiene límites físicos o no... 

De tal forma que, cuando hablamos de planificar el sitio, debemos entender que una ciudad es antes, ahora y después; es decir, qué encontramos en la ciudad antes de intervenir, y cómo debemos actuar para adecuarla a un buen funcionamiento que responda a las necesidades que nos demanda la sociedad. Debemos ser capaces de intervenir en el sitio, teniendo en cuenta muchos condicionantes que la ciudad nos ha ofrecido a lo largo del tiempo, pero a su vez, ser capaces de no crear proyectos limitados que no puedan ser aprovechados o modificados a lo largo del tiempo. Avanza la ciencia, la tecnología y con ella el crecimiento y desarrollo de la ciudad, no podemos permitir crear más obstáculos y barreras en la ciudad, ya que ésta ya tiene limitaciones físicas o no físicas. 

Finalmente decir que, la ciudad no se entiende sin su situación en un lugar concreto y que siempre va a estar en desarrollo, por tal motivo, no podemos crear proyectos con fecha de caducidad en el tiempo, si no, cada vez más reflexionar sobre cómo intervenir en la ciudad y qué soluciones aportar para resolver un mismo problema en varios periodos de tiempo.