El Borde de una Ciudad y Dentro de una Ciudad - Steven Holl

Creada el 20 de Noviembre de 2013 a las 11:20 por jmgodino

Proyecto: Urban Games 2013
Tema: Diálogos
Coordinadores: abarca dacama

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Descripción

Reflexión sobre los textos de Steven Holl acerca de la ciudad. Imagen de http://www.architakes.com/

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EN EL BORDE DE LA CIUDAD

La ciudad necesita un nuevo elemento cualificador. 

Los espacios peatonales no deben ser vías de tránsito cómodo, deben ser condensadores sociales, lugares donde la sociedad se reúna, que los busque, los necesite. 

¿Qué ocurre en el borde de las ciudades? Se acumulan deshechos, sin más criterio que la autovía y el peralte. Estos bordes deberían definir la frontera entre lo urbano y lo rural, y liberar así mismo lo natural de lo artificial. Las ciudades hay que reinterpretarlas, el urbanismo convencional no funciona, el mero hecho de la aparición del avión ha revolucionado la urbe. A las ciudades ya no se entra por tierra. 

La imagen del avión recorriendo las nubes en una experiencia vaporosa es algo que ha cambiado un concepto radical de lo tangible y lo desmaterial; el urbanismo empieza por el alma, por la proyección espacial, lo que llamaríamos ESPACIO PSICOLÓGICO.

Para plantear ciudad, hay que plantear primero el más sencillo de los espacios: la habitación, si la habitación, además de sus rasgos de luz, color y texturas, se proyecta más allá de sus límites, por ejemplo, a través de una ventana, no es la misma habitación, el espacio no queda ahogado. 

Debemos por tanto construir la ciudad a través de estas percepciones: del TRÁNSITO, como elemento clave de la ciudad, que la diferencia del campo. La perspectiva urbana es vertical y se descubre mediante el tránsito, París, Milán, Nueva York; nos hablan de la diversidad y la yuxtaposición, de actividades fluctuantes.

¿Es pues la intervención del urbanismo moderno repetir el “desorden” de las ciudades que funcionan bien? No, el camino del urbanismo es buscar un nuevo orden, igual que los romanos buscaron su orden para levantar Roma, un orden que responda a las necesidades, y no a criterios viarios.

Por último, hablamos del PROGRAMA. El programa de un lugar es lo que lo cualifica y le da sentido, y el borde de la ciudad tiene un problema en este aspecto. Aparecen edificios monoprogramáticos que no responden a funciones claras. Hay que fomentar la variedad, los edificios multifuncionales dan respuesta a estos problemas, aparece una vitalidad y potencia que da vida a la ciudad.

No se debe permitir la fuga de personas al centro de una ciudad por el mero hecho de que su barrio es un barrio dormitorio.

DENTRO DE LA CIUDAD

La ciudad no se puede trazar, hay que TEJERLA, y ENTRELAZARLA.

La planta es insuficiente para conocer una ciudad, la ciudad hay que estudiarla en sección y especialmente en perspectiva.

La ciudad que propone el urbanismo convencional habla de crear edificios rodeados de zonas libres sin criterio que acaban siendo residuales.

El problema se acentúa en los encuentros de periferia entre lo urbano y lo rural. Aparece una especulación que produce composiciones ni lo suficientemente urbanas, ni lo suficientemente rurales, por lo que quedan abocadas al fracaso. Este ejemplo es muy común en las nuevas zonas de expansión en las que aparece un trazado  asfáltico, fantasma en ocasiones, y que poco a poco se va rellenando con viviendas adosadas, o en líneas, en la creencia de que eso va a ser un nuevo corazón urbano. Eso es matar a la ciudad. Y no solo eso. Matar al campo.

La ciudad debe ser la serenidad del bosque pero también la vitalidad ligada a la diversidad programática. El programa bien desarrollado aparece en la diversidad de sección, y en las conexiones de unos espacios con otros.

Define Steven Holl el “paralelaje”, como el movimiento del plano horizontal, y sus variaciones, que se dan por facotres como luz, circulación, encuadre, cielo… Cada espacio tiene su paralelaje y el tratamiento de éste es vital para el funcionamiento de la ciudad. Por ello su insistencia en pensar la ciudad de la perspectiva a la planta y no al revés. 

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