Lectura y comentario de textos de urbanismo

Creada el 18 de Enero de 2022 a las 02:40 por luciebortoli

Proyecto: Urbanismo 3 | B
Tema: Artículos
Coordinadores: dacama

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Lectura y comentario de textos de urbanismo propuestos por David Cabrera Manzano en el contexto del curso de Urbanismo 3, 2021-2022.

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1. La Gran Ciudad, un estudio de Otto Wagner, 1911.

 

Me parece interesante recordar el contexto del texto. Otto Wagner publica La Gran Ciudad en el initio del siglo XX, en la ciudad de Viena, capital de un imperio moribundo. Justo antes de la Primera Guerra Mundial, la ciudad era un centro cultural excepcional de riqueza y diversidad. Fue un periodo muy ambivalente, descrito como un alegre apocalipsis. La “Gran Ciudad” era el concepto principal del arquitecto Art Nouveau. "Una ampliación de la ciudad … que tenga en cuenta las necesidades sociales y estéticas del individuo”, escribe. Son los inicios de la ciudad moderna:

  • 1. un crecimiento ilimitado que sigue un módulo que se repite,
  • 2. formado por un centro existente,
  • 3. unas vías radiales muy anchas que se extienden indefinidamente desde este centro,
  • 4. plazas para crear puntos de encuentro desde el punto de vista del peatón,
  • 5. y edificios públicos financiados gracias a la plusvalía de la venta y compra de los inmuebles (y así colaboración entre público y privado).

Con la caída del imperio de los Habsburgo, nunca fue realizado este proyecto; pero siguiendo sus voluntades de servir de ejemplo para otras ciudades, sus ideas fueron retomadas por los racionalistas italianos entre otros.

 

Punto 1. En cuanto a la parte nueva de la ciudad, Wagner señala que “es la que se tiene que integrar en un sistema para evitar … el insuperable ‘demasiado tarde’.” Esta idea del demasiado tarde me parece muy interesante porque quiere diseñar con el desconocido. “No se trata de abandonar a la casualidad y a la absoluta impotencia artística la remodelación dela ciudad” Este sistema era para él una forma igualitaria de construir una sociedad democrática, porque una de las normas principales de esta planeación era de entremezclar las diferentes clases sociales para evitar el desarrollo de monoculturas. Por ejemplo, tenemos el plano del Distrito 22 de Viena. Prevé que hace 619 hectáreas, 50% construidas, con 30 000 pisos para 150 000 habitantes. Se ve muy sistemático.

 

Punto 2. Cuando explica su metodología para resolver la parte existente de la ciudad, Wagner escribe que una problemática es que “mucho de lo bello sea propiedad privada”. Eso me parece que es también lo que pasa en Granada, con los jardines privados. Hay miles plazas, pero hay pocos espacios verdes públicos en la ciudad. Pertenecen todos a los habitantes más privilegiados que tienen jardín.

 

Punto 3. Fue bastante influenciado por Haussmann y su plan de Paris con sus grandes bulevares. Un punto esencial de la ciudad moderna para Wagner era el transporte público en estos grandes ejes, y los edificios residenciales muy elaborados en la fachada porque es la parte vista que contribuye de manera significativa a la imagen de la ciudad de Viena.

 

Punto 4. Para Wagner, la construcción no se trata únicamente de técnica, tiene que ser arte. Escribe: “El arte ha de bendecir todo lo creado”. Me parece que en la noción de arte quiere por una parte proporcionar emociones y sensaciones, y por otra parte ser en adecuación con el contexto. En el initio de su vida, hacia parte del movimiento del historicismo, una doctrina filosófica que afirma que los conocimientos y valores de una sociedad están vinculados a una situación histórica contextual. Para Wagner, una ciudad alcanza su objetivo de alojamiento si es bella.

 

Punto 5. Para Wagner, “resuelta natural que la plusvalía (generada por el crecimiento de una gran ciudad) llegue a los bienes comunales”, a través de un impuesto. Para evitar especulaciones y financiar la administración, una idea interesante de Wagner es que ella sea dueña de las zonas futuras de ampliación de la ciudad hasta que llegue el momento de construir en esas.

 

Dice que “la mayoría de la gente prefiere vivir en una gran ciudad”. Esto está cambiando hoy en día, especialmente con la epidemia de Covid, y podemos ver que el hacinamiento en las ciudades y el confinamiento no se mezclan bien. Hay una reciente necesidad de espacio natural.

 

2. Alegoría del patrimonio, Françoise Choay, 1992.

 

Françoise Choay, historiadora francesa de las teorías y formas urbanas y arquitectónicas, escribió este libro a finales del siglo XX. Antes de analizar el patrimonio, me parece interesante de mencionar (sobre todo después de la lectura del texto de Otto Wagner sobre la Gran Ciudad) que estudió el modo genérico de hacer la ciudad preconizado por Alberti y aplicado por Haussmann. Ella describe que la concepción a partir de reglas generativas (de gálibo, tamaño de las calles, distribución de espacios verdes) que toman en cuenta el deseo, y no de la reproducción estéril y alienante de un modelo. Critica la pérdida de escala humana en el urbanismo de finales del siglo XX y con eso llega al estudio del patrimonio.

 

En su libro “Alegoría del patrimonio”, remonta a los orígenes de las nociones de monumento y patrimonio histórico. Todo lo que es monumento está firmemente anclado en nuestras referencias culturales, pero Choay declara su desaparición. No se trata de la desaparición física de los edificios, sino de la desaparición de su función conmemorativa. Esta noción de memoria era la definición primaria de monumento histórico entre los siglos XV y XIX (sociedades estables, enraizadas en el espacio y en el tiempo), y la función del monumento era de preservar la identidad de una comunidad. Choay explica que hasta el siglo XIX, el patrimonio construido y los monumentos históricos eran diversas piezas arquitecturas cultas del pasado. Desde entonces, el numero de monumentos históricos no cesa de aumentar debido a:

  • la ampliación del marco cronológico (la arquitectura Haussmaniana y el modernismo han hecho su entrada en el terreno patrimonial)
  • la incorporación de nuevos bienes (por ejemplo, conjuntos urbanos que entran en los criterios de selección)
  • y la ampliación de las áreas geográficas donde se inscriben (nació en Europa, pero se extiende a otros continentes).

Choay se pregunta entonces ¿cuáles son los criterios de selección? ¿Innovación tipológica o estilística? factor de embellecimiento de la ciudad o proeza de lo colosal? calidad estética o constructiva? función de señal? demostración de poder?

 

En 1980, ochenta países firmaban el Convenio del Patrimonio Mundial. El monumento histórico se vuelve poco a poco un objeto de disfrute a dimensiones planetarias. La expansión del turismo patrimonial llega a su destrucción. Se plantea la cuestión de su conservación, museística arqueológica y urbana; de los costes de mantenimientos, de su peso muerto en la ciudad e inadaptado al presente. ¿Cómo conservar y mantener vivo?

¿El monumento es un modo de conservación del pasado, o busca un ideal de belleza? Es una pobre imitación que tiene las apariencias de la memoria viva, pero al final es una memoria extraída de todo su contexto y que conduce entonces a “una práctica del olvido”. Con la llegada de las imágenes, este poder de conservación del pasado es enorme. “La fotografía se revela como una forma de monumento adaptado al individualismo de nuestra época.” La mediación fácil de la imagen hace del monumento una señal. El poder y el punto débil de la imagen es que “refleja su valor simbólico, disociado así de su valor utilitario”. Lo que cuenta la imagen del monumento se vuelve aún más poderoso que lo que pasa en la realidad. El monumento existe de una forma desmaterializada.

Pero entonces se pregunta si los monumentos no han perdido su papel principal – aparte de los monumentos conmemorativos gigantes tan excepcionales como los hechos que traen a la memoria (holocausto).

Me parece interesante la distinción que retoma de Alois Riegl entre el monumento – creación deliberada – y el monumento histórico, que no ha sido creado como tal inicialmente. Este segundo, al ser categorizado como tal, se convierte en objeto de conocimiento del pasado, o según nuestra voluntad artística en obra de arte. Así, mientras que los monumentos están destinados a ser olvidados, los monumentos históricos, por definición, están destinados a ser conservados incondicionalmente.

 

 

3. La ciudad necesita de nuestros cuidados, José Luis Gómez Ordóñez, 1999-2000.

 

El texto constituye la lección inaugural del curso académico de urbanismo de 1999/2000 de José Luis Gómez Ordóñez en la Universidad de Granada. Hace una crítica del urbanismo a través del tiempo, apoyando la importancia hoy de volver a un urbanismo inclusivo, que cuida su entorno (= noción de “care”). Propone esta visión que podríamos cualificar de feminista hoy, para toda la comunidad universitaria. Escribe a finales del siglo XX y describe el siglo que acabo de terminarse. Velocidad frenética en sus inicios con la llegada de la modernidad (multiplicación del capital físico); y tiempo lento al final, con la indolencia del hombre frente a la maquina social que le es ajena (multiplicación del capital simbólico). Examina el siglo XX como el siglo de la urbanización relacionada con el progreso a todos niveles y escalas (sobre todo técnica y tecnológica, sin prestar atención a la naturaleza).

Se sitúa en Andalucía para estudiar como lleguemos a la urbanidad que conocemos hoy en día; y ve el repentino aumento de la población a principios del siglo XX gracias a la fuerte diminución de la mortalidad, y el éxodo rural. En granada pasamos de 70.000 habitantes en 1490 a 75.000 en 1900, y 7.2 millones en 2000. Es demasiado! El crecimiento urbano, (alojamiento e infraestructura), y la oferta de trabajo no pueden seguir con la misma velocidad. Se pregunta si con este “desfase temporal” podemos lograr a hacer comunidad.

Podemos notar que es escéptico de esta sociedad guiada por el desarrollo económico y las necesidades individuales, que busca la información y del consumo en lugar de cultura, que tiene necesidades de ser propietario, y miedos individuales crecientes… Pero tiene esperanza si la demanda colectiva es de sostenibilidad para el desarrollo de su ciudad, o de “fortalecimiento de la organización cívica”. Escribe, entre otras cosas, sobre el hecho de que hemos perdido el espacio público y colectivo (transporte, parques y lugares para la fiesta y el tiempo libre), y que sería importante volver a incluirlo en el urbanismo próximo. El sentimiento antiurbano surge del miedo frente a la sobrepoblación de las ciudades, y entonces de que no juegan más el papel de espacio de discusión con los otros. Pero analiza que el urbanismo moderno es creador porque sabe naturalizar la ciudad y urbanizar el campo.

 

Empieza con el significado y la naturaleza de la tarea de construir. La naturaleza del acto constructor es intervenir con alguna obra humana para domesticar la naturaleza (separación entre humano/naturaleza) o por lo menos es lo que los ingenieros piensan (diferencia arquitecto/ingeniero). Para ellos, todo lo que cuenta es la acción final, no las energías implicadas para llegar a esta. “Siempre fuimos influenciado del pasado” escribe, haciendo referencia y retomando principios arquitectónicos fundamentales de una época o cultura vecina (antiguos/modernos). El trazado y la construcción de la ciudad no es solamente una ciencia, es también un arte (artístico/científico-técnico). En lugar de estos binarismos, Gómez Ordóñez defiende la idea de crear en armonía con su cuerpo y su alma (=belleza) y del rol principal de la arquitectura: forjar emociones (la universidad tiene que enseñarlo).

 

Hace una crítica sobre la evolución de nuestra educación universitaria. Venera al intelectual constructor (que era Ortega). Me parece muy interesante su análisis que incluye los campus como una figura de la ciudad muy importante, su ubicación y su extensión forjan el “equilibrio de cada área metropolitana”. Son responsables de “incidir en la transformación de su medio provinciano y local”. Dice que la universidad tiene que ser conectada a la vida real, sus problemas económicas y sociales. Porque la hiperinformación dificulta su selección, y ”cada uno necesita un gran viaje interior” para entender muy profundamente los espacios y su historia, que el llama “el espesor del tiempo”.

La universidad representa una herramienta de poder para actuar al cambio de los poderes públicos y de la sociedad. Porque es un espacio de dialogo complejo, de saberes que se edifican.

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