Planificar lugares es un arte complejo, ya que aglutina muchas variables que normalmente son impredecibles y responden a hechos futuros difícilmente observables en el momento de establecer los planes de acción. Sin embargo, se pueden crear patrones de acción más o menos acertados que pueden asegurarnos en cierto modo una intervención en el lugar aceptable; estos patrones deben basarse en el comportamiento humano, es decir, en la componente social de los habitantes del emplazamiento y en las características físicas e históricas del sitio. Las líneas de acción se verán reforzadas por la experiencia acumulada y deberán ser capaces de intervenir de manera parcial y progresiva, en distintos grados.

La importancia del emplazamiento a la hora de diseñar planes urbanísticos es determinante, como argumenta K. Lynch, sin embargo no es el único condicionante a tener en cuenta, los modos de vida en el lugar o su contexto histórico son pilares fundamentales que no deben obviarse. Considerando todo esto, seremos más capaces de crear lugares bellos que oculten la monotonía de las grandes ciudades planificadas y nos devuelvan a la simulada espontaneidad de los asentamientos primitivos.