Según Koolhas, ''la cantidad ha sido la causa perdida de este siglo''. 

El crecimiento desorbitado de las poblaciones ha hecho que el urbanismo sea incapaz de evolucionar a la vez que su demografía apocaliptica. Por ello, existe la paradoja de que las ciudades crecen sin urbanismo alguno, derrotadas por la abstracción y la repetición, un fracaso. 

Nos hemos visto embarcados en dos operaciones paralelas: por una parte la documentación de esa sobrecogida admiración que profesamos por lo urbano y por otra, el desdén por el urbanismo profesional. Todavía culpamos a otros  por una situación de la que son responsables tanto nuestros deseos utópicos como nuestro desprecio. 

El urbanismo ha muerto. Vivimos con arquitectura. La arquitectura consume y llega a explotar aquellos portenciales que solo el urbanismo puede generar. 

Es por ello que Koolhaas nos propone reinventar un nuevo urbanismo, dominado por la incertidumbre. El urbanismo ya no puede crearse, sino incrementar y modificar. Este urbanismo no solo será una profesión, sino una manera de pensar, donde lo primordial será aceptar lo ya existente. 

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