La ciudad no es un árbol – Christopher Alexander

Es increíble ver cómo durante todo este tiempo las ciudades se han desarrollado desde un punto de vista “técnico”, es decir, estableciendo los puntos importantes y uniéndolos de una forma u otra, sin tener en cuenta las acciones humanas, nuestra forma de actuar para poder resolverla según ella.

Nos gusta movernos en grupos abiertos,  teniendo unos vínculos más fuertes en algunos de ellos. Las ciudades de ahora hacen que nos movamos en círculos más o menos cerrados dentro de la ciudad cuando lo mejor es poder recorrerla entera de forma menos “artificial”, menos obligada.

Cuanto más libre es una ciudad, mejor impresión nos llevamos de ella. Nos sorprenderíamos si viésemos por las calles principales de Granada a unos niños jugando al escondite, por ejemplo, sin embargo nos parece normal que lo hagan en un cuadrado de suelo de caucho con algo más de un par de estructuras metálicas, las cuales son la excusa para hacer amigos y poder jugar con ellos tirados en el suelo con sus figuritas.

Espacios confinados a una actividad. Así se basa nuestro sistema, cada cosa va por un lado: el tráfico por el asfalto, los peatones por la acera delimitada por un bordillo… Y nuestra vida sigue sin ser así, no llevamos el trabajo por un lado, la familia por otro, los amigos, los viajes… Nuestros amigos pueden ser del trabajo y hablar de él y de nuestros viajes, vivirlos junto a ellos o hacer viajes de negocios.