Abrió Barcelona al mar con el famoso Moll de la Fusta.

Observamos como Manuel de Sola-Morales se debe tener en cuenta “la piel” de la ciudad, es decir, su material, pero además si hay desniveles, si se encuentra al lado del mar si está cerca de una montaña. Cuenta que el éxito mediático de la arquitectura de las grandes estrellas se ha convertido en una “enfermedad”, solo vemos obras aisladas, no un conjunto homogéneo.

La arquitectura no solo tendría que dar esos edificios emblemáticos, debería hacer sentirse al ciudadano  familiar con su ciudad. Las nuevas obras deberían transmitir emociones, hacer sentir acogedor al habitante.

Escasea la imaginación de futuro, no hay tal voluntad, por lo que no hay deseo por lo que no hay calidad.

Pero las ciudades hoy en día, no serán más bonitas, pero si más interesantes que las ciudades históricas, ya que tienen más vida, es una máquina cada vez más rica y diversa, hasta con desorden son interesantes.