Al comenzar el texto define al entrevistado como una persona que cuestiona la arquitectura de las grandes estrellas, haciendo un símil con una enfermedad. Además, apuesta por el desorden de las grandes ciudades. Todavía habla de estética y defiende que el buen urbanismo es una cuestión de quererlo, ahora no hay tal voluntad.

Entre los aspectos mas interesantes se encuentra una frase que dice:

Hay que modernizar la cultura de la ciudad, que seamos capaces de entenderla en lo que tiene de interes. 

El ciudadano tiene que diferenciar y distinguir los espacios que de verdad enriquecen y mejoran su vida. Se defiende la creación de una ciudad diversa y heterogenea donde sus habitantes tengan voz, es decir, el urbanismo no debe ser una mera cuestión política. Pero ¿debemos dejar esa decisión en exclusiva a la voz popular?  Anteriormente ya se reconoce que es inexperta.

Por otro lado aparece el concepto de urbanidad material, la componen en su materia los elementos de la ciudad como por ejemplo bancos, cabinas telefónicas o la resolución del desnivel de un edificio.  Es un tema de ciudad, por ello resolverlo bien o mal es algo que tiene urbanidad. Debemos reclamar cuestiones de calidad, no de concepto. Pero volviendo a lo anterior cómo vamos a reclamar algo de calidad cuando no diferenciamos donde se encuentra esta última