En el texto el autor critica a lo que ha derivado el término “espacio público”, y con ello nos hace pensar si  es la condición colectiva la que define la urbanidad, es decir, está claro que los ciudadanos determinan prácticamente todo del lugar, pero también influye el lugar en sí y como esté planeado,  lo que ofrece a los ciudadanos, si es confortable o no, las sensaciones que proporciona … de esto depende el uso que le darán las personas. Si esto es así entonces deberíamos centrarnos en crear en estos lugares las sensaciones adecuadas para el uso que queremos que le den los ciudadanos, y esto es imposible si lo tratamos como un ente aislado, creado según las últimas tendencias, no podemos pensar que se trata de parcelas en las que vamos a introducir nuestra obra maestra, un revelador diseño, sin pensar que todo está relacionado, todo forma parte del todo.

Manuel de Solà-Morales dice que  "El buen espacio público no tiene límites" y que la solución  se encuentra en los perímetros, en la transición entre nuestro proyecto y la urbanidad ya existente, pero en la actualidad me parece que esos límites están muy marcados,  lo que me lleva a preguntarme si somos nosotros mismos, los usuarios, los que creamos estos límites, con el pensamiento y la creencia de que un espacio público es aquel espacio no edificado. Cuando hablamos de espacios públicos nos vienen a la mente plazas, parques… pero no vemos más allá de eso, no llegamos a comprender que el espacio público son todos los lugares que recorremos diariamente, en los que nos relacionamos, en los que hacemos nuestra vida cotidiana.

 Imagen: http://lavigaeneltejado.blogspot.com.es/2012/01/poner-limites.html