El autor hace una diferenciación en la planificación de las ciudades, creando dos tipologías: La tipología de árbol y la de semirretículos.

La tipología de semirretículos, utilizada desde la antigüedad, es de una riqueza muy superior a la de árbol, puesto que con la primera se crean ciudades tristes y deshumanizadas, puesto que se trata de complejos creados a base de ramificaciones desde un eje principal, por ello lo de “ciudad árbol” los cuales son transitados de mayor a menor, creando en los extremos lugares inhóspitos usados por un número muy reducido de personas, mientras que el sistema semirreticular se basa en la superposición de espacios, creando subespacios entre ellos, por lo que se convierten en lugares singulares en la circulación de la ciudad.

Por desgracia, las ciudades árbol están a la orden del día, y no creo que por falta de conocimiento, pues estas teorías están al alcance de cualquier urbanista, si no a causa de intereses de terceros que obligan a crear este tipo de tramas, imponiéndolas incluso en aquellos lugares que funcionan a la perfección con sistemas de semirretículos.