Si hiciésemos el ejercicio de pedirle a la personas que imaginasen una sociedad y unas ciudades utópicas, pocos serían capaces de imaginar algo tan utópico como lo que aquí se cuenta.
Leyendo el texto he tenido la sensación de una sociedad en una calma muy frágil. Una aparente felicidad y bienestar que con un leve movimiento puede romperse.
Al describir el enclave geográfico se vislumbra miedo por la necesidad de defensa, de aislamiento de lo que pueda venir del mundo exterior.
Con respecto a la sociedad y a las ciudades que describen, es lo que más me ha hecho pensar en que de verdad se trata de una utopía. Hablando de la sociedad, da más la sensación de personas mecanizadas que de seres humanos. En la actualidad es imposible pensar en una sociedad en donde todos seamos iguales y nos dediquemos a lo mismo, precisamente lo interesante de nuestra sociedad se basa precisamente en la riqueza de caracteres, de culturas y de vidas diferentes y la convivencia de todas ellas en un mismo lugar y el enriquecimiento de unas gracias a las otras. Convivencia de personas ambiciosas con personas desinteresadas, conservadoras con progresistas, diferentes culturas y maneras de pensar….me hace sentir un equilibrio mucho más creíble y fiable que el que aquí se nos narra.

Con respecto a las ciudades, veo imposible la existencia de 54 ciudades iguales y equidistantes. A pesar de ser iguales, en el texto se dice que una de ellas se considera primera y principal. Es lógico que si se considera “el ombligo”, necesite espacios y escenarios para llevar a cabo funciones y actividades que en las otras no se dan, por lo tanto eso ya es un motivo de diferenciación. Además narra ésta ciudad como desarrollada entre dos ríos, y esto inevitablemente tiene que influir en la morfología de la ciudad y hacerla por tanto única con respecto a las demás. Se habla también de que las casas y calles se disponen para lograr la protección contra el viento, y esto es otro de los conceptos que inevitablemente harían que unas casas sean diferentes a las otras, y al igual que las ciudades.

Por suerte nuestra sociedad actual no se rige por estos valores de la utopía que imaginaba Tomás Moro, y abunda la diversidad, la variedad, lo complejo y la vida.