Vivimos en ciudades planteadas, creadas por únicas personas que tienen el deber de pensar por todas aquellas para las que proyectan, diseñan y construyen. Lynch nos plantea la medida en la que deben estar planificados los lugares en los que vivimos. ¿De verdad prevalece la economía y rapidez en la organización a la hora de crear un emplazamiento?, o dotarlo de cualidades que definan la personalidad del lugar..

Proyectamos, y a la vez, en cada proyecto tenemos la reminiscencia de ese lugar pre-existente sobre nuestro proyecto. Creamos para personas que habitaron y otras que habitarán en él. Nos solo creamos para períodos reducidos, sino arquitecturas que podrán permanecer durante años y posiblemente en diferentes épocas y circunstancias. Debemos cuidarnos por ejemplo de elementos modulares o prefabricados que dejan solo para el final la preocupación de cómo y de qué manera se insertarán en el territorio.

Creamos arquitecturas, creamos espacios, y creamos ambientes, que claramente condicionarán la forma de vida de las personas, tanto en pensamiento, comportamiento y actitud. Las sociedades y su forma de agruparse dependen mucho de esto, como la separación de personas a barrios de la periferia crea un distanciamiento y separación del conjunto de la ciudad tremendamente conflictivo. Debemos tener en cuenta estos conceptos fundamentales ya que en nuestra individualidad estará el futuro de diferentes grupos de personas.