En este texto el autor trata dos tipos de ciudades, las creadas de forma natural y las artificiales, es decir, esas que tienen un origen urbanístico, que han sido creadas con un fin quizá puramente estético y que a la hora de su construcción contienen una gran cantidad de problemas y se caracterizan por la ausencia de utilidad, puesto que en mi opinión uno de los factores a tener en cuenta a la hora de construir ciudades es la utilidad de estas para las personas que habitan en ellas y la buena intercomunicación entre sus calles.

Las ciudades llamadas “naturales” son aquellas que se han creado a través de la historia, que se han ido desarrollando con el tiempo y que no han sido urbanísticamente planificadas, sino que sus edificios se han ido construyendo por necesidades de los ciudadanos.

El autor desarrolla sus ideas de una forma clara y las trasmite al lector de una manera obvia.

El título de este texto es una comparación entre los árboles y las ciudades. Las ramas de un árbol se pueden identificar con las calles de las ciudades, son las que indican la posición de los edificios que se construyen. A su vez, los edificios pueden ser las hojas de un árbol, las cuales a veces crecen en distintas direcciones y que hacen que en conjunto se pueda apreciar un resultado aparentemente “bueno” o “malo”.

Fotografía: Bosques verticales; http://blog.abilia.mx/wp-content/uploads/2012/02/1494934.jpg