De las muchas ideas que el texto narra, hay dos que particularmente resaltaron para mí, por resultarme tan novedosas y fantasiosas, como reales en un sentido.

"Cada casa tiene una puerta principal que da a la calle, y otra trasera que da al jardín. Ambas puertas son de doble hoja, que se abren con un leve empujón y

se cierran automáticamente detrás de uno. Todos pueden entrar y salir en ellas.
Nada se considera de propiedad privada. Las mismas casas se cambian cada diez años, después de echarlas a suertes.

(...)

Se dice, en efecto, que fue el mismo Utopo el que trazó el plano de la ciudad desde el principio.

Dejó, sin embargo, a sus sucesores el cuidado de completar el embellecimiento y ornato de la ciudad. Pues, se daba cuenta de que la vida de un hombre no es suficiente para ello."

Nada se consideraba propiedad privada. Hoy en día, la propiedad privada es algo que esta incrustado en nuestras vidas. Existe, y es algo bueno. Sin embargo, esta propiedad privada nos priva, paradojicamente, de muchas cosas, probablemente del tipo de interacciones que tenían los habitantes de esta isla. Si bien es necesaria, con el paso del tiempo esta propiedad privada se irá diluyendo hasta convertirse quizás en una propiedad conjunta. La privacidad quizás tendrá un nuevo significado, y usos y lugares que hoy consideramos privados, adquieran otro tipo de carácter, aportando al ser humano las relaciones que necesita.

En segundo lugar, la ciudad en contraposición con la privacidad, es un lugar para todos, es la casa del ciudadano y no le corresponde a una sola persona decidir que rumbo toma, ni a una ni a un grupo reducido. Quizás por ello, desde la antigüedad el ser humano ha modificado su entorno, y lo ha adaptado a sus necesidades. 

Al fin y al cabo, aunque de utopías se tratase, el ser humano busca lo bueno, busca alcanzar ciertas utopías , aunque sea aproximándose a ellas.