¨Un buen urbanismo es una cuestión de quererlo y desearlo, y ahora no hay, escasea la imaginación de futuro, no hay tal voluntad. Sin voluntad no hay deseo y sin deseo no hay calidad¨ Solá Morales.

Sin duda el buen urbanismo se desea, y sin deseo ni entusiasmo el urbanismo muere, pierde el poder de emocionar.

Desde luego cada vez son más numerosos los conflictos que podemos encontrar en las ciudades y más difícil poder hacer proyectos urbanísticos, ya sea por impedimentos políticos o por los económicos. Hay problemas que piden a gritos una solución, y muchas veces aunque queramos, no podemos. Pero todo arquitecto debe saber hacer lo mejor en cada ocasión y poner la mayor energía en ello, adaptándose a las situaciones y a los requerimientos actuales.  Se puede acertar más o menos, pero es necesario que las necesidades que pide el lugar se lleven a cabo correctamente.

En el texto se critica una situación en Mongolia donde llaman a muchos arquitectos para encargarle un edificio a cada uno en una misma zona. Me uno a esa crítica, ¿cómo se consigue así una armonía entre las distintas edificaciones? Se crean conjuntos aislados, sin relación con lo que les rodea, sin crear ciudad. Es cierto que hay que responder a una gran cantidad de variables y nunca podremos alcanzar un resultado exacto, pero siempre hay que aproximarse todo lo posible a la solución ideal.

La complejidad es diversidad. Los arquitectos debemos saber enfrentarnos a las desventajas y hacer de defectos, virtudes.