“A lo mejor las ciudades hoy no son muy bonitas, pero son mucho más interesantes de lo que eran las ciudades históricas”

Que la ciudad ha cambiado es un hecho, y que haya sucedido es algo positivo. Como De Solà-Morales dice, las ciudades hoy en día contienen más diversidad de elementos, las personas que las habitan son cada vez más distintas. Así que el hecho de que las ciudades por ende, nos sorprendan es una buena materialización de la vida que contienen.

De ahí que haya estas ciudades que no nos aburren, que cambian -como para él Manhattan-, o que menos afortunadamente haya ciudades bien resueltas que no traducen tan bien esta diversidad. 

Sin embargo, es precisamente en esta diversidad en la que podemos cuestionar estas afirmaciones que él hace y caer en el tópico. ¿No son a caso las ciudades tan subjetivas como las personas que las habitan?

Quizás es por ello que en estos últimos años hemos estado viendo ciudades que cada vez más cambiaban sin un sentido lógico. Se habla de alcaldes, y de especuladores. De Solà-Morales sostiene que la culpa no es exclusivamente de estas personas, que recae también en los arquitectos con falta de buenas ideas. 

Es cierto, que el arquitecto, estando preparado, y siendo ese su campo, quizás tenga un porcentaje de responsabilidad mayor. Sin embargo, al final lo que vemos en ciudades pequeñas es, sobretodo, un mal urbanismo, muchas veces respondiendo a gustos de personas que están preparadas. Ante esto, sí considero que la voz del pueblo no sea escuchada, a pesar de que, como De Solà-Morales sostiene, en tiempo pasados, ni si quiera hubiese voz del pueblo. Esto, no lo justifica.