¿Qué es en sí el espacio público? ¿Dónde está la diferencia entre el espacio privado y este? Podemos caer en la tentación de calificar como espacio público solo aquellos espacios vacíos en la ciudad como solares entre medianeras o calles que se ensanchan a su paso por ciertos puntos. Por tanto, deducimos que espacio público no es solo la plaza, sino todo lo que la rodea. Subconscientemente, entendemos como público (y común) todo lo que habitamos, la ciudad en sí al ser vivida por nosotros pasa a ser nuestra.

En consecuencia no podemos afrontar el encargo de un espacio público como el pintor se enfrenta a un lienzo en blanco antes de empezar su nueva obra. La propia definición de “Espacio público” como se entiende hoy en día no es excusa para dar vía libre a una serie de intervenciones de formalización, en cierta medida, gratuita. No son expositores para arquitectos y artistas en los que plantar abstractas figuras, convirtiendo el espacio público en espacio museístico.

Debemos llegar a una arquitectura en la que los estos espacios sirvan realmente a la ciudad (y sobre todo a los ciudadanos), se relacionen con esta, dialoguen. Repavimentar con sentido es bueno, repavimentar porque sí no. Quizás el fallo consiste en que el urbanismo de estos espacios públicos se ha ido alejando con el paso de los años de esa sensibilidad que se busca en la arquitectura vertical. Y hay que recuperarla.