La estructura de una ciudad quizás sea la clave más importante y primera para la relación de ésta. Una estructura que se debe ver a escala lejana pero que influye a todos los sistemas ya sean de escala más lejana o cercana, a elementos como el encuentro de las viviendas a la calle, la relación de las personas con un sencillo letrero.

Siendo la parte primordial de una ciudad es la que más se ha intentado simplificar, como en los distinto ejemplos de ciudades que salen en el texto de ciudades árboles, que acaban perdiendo toda la conexión entre las distintas partes y sistemas de las ciudades. Intentando agrupar los elementos simplemente por tener una característica o propiedad en común.

Además de los distintos inconvenientes que tienen las ciudades árboles, empezando por la jerarquización de distintas zonas o actividades respecto a otras, y tratando de facilitar un concepto de vida que quizás solo sea válido para una persona entre todas las que convive una sociedad. El hecho de separar elementos como la universidad y la ciudad, cuando ambas dependen de la otra y se conectan entre sí.

Aún más hoy en día cuando las ciudades son más que un hogar y trabajar, son desplazamientos, visitas, turismo, aprendizaje, un lugar cosmopolita donde cada vez alberga distintas personas, sociedades que se conectan, sin la necesidad de tener que separarlas por barrios según etnias, componentes económicos o distintas clasificaciones.

La ciudad tiene que responder de una forma acorde a la sociedad a la que sirve, ya que esa es función, creando así ciudades más humanas y no, el intento de simplificar la ciudad al máximo para su fácil compresión, cuando es inevitable hablar de un concepto complejo que alberga múltiples campos y decisiones, y más en la actualidad gracias al avance industrial, tecnológico y social.

Las ciudades, al igual que la arquitectura, tienen que responder de forma armónica y generosa al sistema al que sirve y en este caso da vida.

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