Un árbol es, para Christopher Alexander, “Una colección de conjuntos forma un árbol si, y sólo si, para cualquier par de conjuntos que pertenecen a la colección, o bien uno está totalmente contenido en el otro, o bien son disjuntos.” Pero para él la ciudad se corresponde con el modelo de semi-retículo, más complejo, que origina las que él llama ciudades naturales, que se han desarrollado más o menos espontáneamente a lo largo del tiempo como Liverpool, Siena, Manhattan o Kioto.

Y es que al final, para entender cualquier concepto, siempre tendemos a definirlo con imágenes o definiciones detalladas. Me parece correcta su idea de que la ciudad es un árbol, porque no lo es, sino algo más complejo. Pero una vez más entramos en poner nombres innecesarios a las cosas, nombres que lo único que hacen es limitar nuestros conceptos, en este caso el de ciudad.

Ocurre lo mismo que al pretender escribir premisas para actuar, personalmente pienso que si de verdad quisiéramos definir lo que es una ciudad, el “esquema simplificado” sería tan complejo que no tendría sentido hacerlo. Porque es así, las personas que habitan la ciudad (al ser personas, y no monos, o animales más simples) son sumamente complejas, y complejamente conforman una ciudad que no podría ser definida de forma tan simplista.