Hasta el momento (antes de entrar en la asignatura de urbanismo) el arquitecto se ha encargado de pensar espacios de un tamaño al que se le puede llamar pequeño, es decir, de viviendas, plazas, centros… De casos aislados implantados en una ciudad. Con aislados no se quiere decir que estos sean ajenos a lo que le rodean, sino que se edifica en una parcela ya acotada. Si de este término, individualidad, pasamos a una escala mayor, a una colectividad, es entonces cuando se habla de urbanismo. Este grupo de espacios concretos “aislados” cobran un sentido al verse de manera conjunta.

En el urbanismo el arquitecto debe llevar el confort a una escala y a un nivel que se salen de lo particular y lo privado para centrarse en un tejido formado por diversos ámbitos. Estos son pensados para saciar las necesidades que la sociedad demanda y es el arquitecto el que se encarga de suministrarlos en su justa medida.

No es sencillo emplazar todo este entramado ya que la arquitectura no es un objeto ajeno al medio en el que se encuentra. Es todo lo contrario, requiere un estudio preciso de flujos, masificaciones, espacios, etc.  que harán que por ejemplo una vía sea más ancha o menos, que un parque en las afueras tenga un tamaño diferente a otro del centro.

Es el estudio continuo de las personas para poder llegar a la organización del espacio urbano que más se adecúa a las necesidades de la sociedad.