Podemos entender la arquitectura como una disciplina capaz de hacer algo bello a la vez de funcional. Desde el punto de vista de la urbanística el arquitecto tiene la función de crear el hábitat de convivencia de las personas, como acuerdo entre el lugar y la actividad que precise dicho espacio ya sea administrativo, cultural o simplemente un espacio de residencia, sabiendo entender las necesidades de cada época y lugar.

  Todo esto lleva a la creación de una ciudad con sus diferentes zonas de ocio, trabajo, comercio y residencia perfectamente distribuida y encajada en un terreno  determinado. Si nos centramos en las zonas residenciales, el arquitecto tiene que ser absoluto conocedor tanto de clima del lugar como la historia que se ha ido desenvolviendo en dicho espacio, para así poder innovar y crear en función a lo ya construido, pero mejorando o solucionando los problemas que hayan ido surgiendo a lo largo del tiempo. Para ello es necesario estudiar la orientación de las viviendas para captar una iluminación y soleamiento adecuado así como la comunicación y el transporte, ya que en una gran ciudad se vuelve indispensable estos factores, por otro lado como he comentado antes pienso que se debería de seguir las costumbres de cada lugar, como por ejemplo, en Andalucía es muy típico el patio de luces rodeado de casas de vecinos, algo interesante ya que inicialmente su propósito seguramente fue meramente funcional, y tras observar las relaciones vecinales y el bienestar comunitario que este producía, se fue perfeccionando cada vez más en busca de esta convivencia. Fue así como dejamos de proyectar simples  volúmenes, a diseñar espacios humanizados como son las ciudades.

   Pienso que estos espacios se enriquecen  de las culturas y estilos que han hecho de una ciudad un espacio especial y muy diferente a todo lo demás, con una gran historia que contar. Por eso desde mi punto de vista no se deberían pasar por alto, ya que son los identificadores de la ciudad.

IMAGEN: Blog de LEONO, el valor residual de la ciudad