En el texto, el autor comenta la existencia de diferentes tipos de calles en cuanto a funcionalidad se refiere y, a lo largo de éste, desarrolla esta idea desde un punto de vista histórico.

A lo largo de la historia aparece la necesidad de modificar la estructura de las calles  al ritmo que lo hace la sociedad. En la Edad Media la calle reunía una gran cantidad de actividades. El mayor problema residía en que no había una especialización ni una regulación para cada una de ellas. Las infraestructuras viarias, empedradas en el mejor de los casos,  acogían a transeúntes, juglares, mercaderes, carros, jinetes, yuntas, etc con los consiguientes problemas de espacio e de higiene que ello conlleva.

Desde entonces, gracias al desarrollo en diversos campos y a la concepción innovadora de grandes pensadores, se van intercalando paulatinamente una serie de mejoras: se avanza en cuanto a materiales, a tecnologías como el alcantarillado y el alumbrado, se especializan las calles y se va desplazando a cada medio a su lugar correspondiente, etc. Y todo ello va dando como resultado una convivencia mejor y una buena respuesta a las necesidades de movilidad que la sociedad comienza a experimentar.

De esta forma llegamos hasta la actualidad.  Ahora la demanda de espacio es tan grande y las necesidades de la población han evolucionado tanto, que es necesario utilizar la superficie terrestre, el subsuelo y el cielo.

Por tanto, creo deberíamos planear bien nuestras actuaciones y tener en cuenta a todos los usuarios que se verán afectados con ellas, pues es la única forma de solucionar los problemas de movilidad actuales, satisfacer a la mayoría de la población y estar abiertos a modificaciones futuras.