Las zonas recientemente planificadas nos resultan feas e incómodas, en cambio, sitios que parecen haber surgido de forma espontánea, sin planificación aparente, nos resultan bellos. En ese caso, ¿Por qué planificar?

Antiguamente las ciudades no se planificaban y surgían de forma más natural y orgánica, hoy en día, en las ciudades modernas, se aprecia la falta de espontaneidad y superficialidad, lo que lleva a una cierta monotonía y escaso dinamismo.

A partir de esta reflexión se puede deducir que hay algo que falla en las ciudades actuales. En muchas ocasiones se han adoptado planes rígidos que limitan la ciudad y con ella la vida y energía de la misma. Es por esto que Kevin Lynch no introduce una forma concreta de planificar, sino que plantea la idea de planes cambiantes que atiendan a los cambios y avances de la sociedad.

La planificación idónea se realiza a partir del estudio del emplazamiento y los habitantes. Por lo tanto cada plan debe ser único y debe ser moldeable para adaptarse siempre a estos dos aspectos fundamentales de la ciudad.