Antes de cursar esta asignatura, uno se sitúa en la ciudad de manera completamente distinta a como lo hacemos ahora. Surgen, sobretodo, relaciones. Relaciones en nuestra forma de mirar el entorno: relaciones de la gente con él, relaciones de las mismas personas entre sí y la relación entre el urbanismo y la arquitectura.

Hemos aprendido que es el arquitecto el que debe ayudar con sus propias herramientas a que la ciudad crezca de la manera más adecuada, siempre pensando en todo lo bueno que puede aportar sin intentar dirigirla por completo, puesto que controlar del todo su crecimiento y planificar unos límites rígidos es imposible. 

Hemos aprendido que debemos compaginar, por ejemplo, el transporte urbano, los automóviles y las zonas peatonales para que ninguna estorbe a la otra ni haya conflicto entre ellas, habiendo siempre una adeacuada integración y complementación entre ellas, aportando siempre calidad de vida a los usuarios. Para ello, el diseño y una buena organización de la ciudad son dos de las herramientas más básicas, sabiendo qué espacios y qué relaciones funcionan bien o no. 

Creo que ha sido una experiencia bastante positiva para empezar a movernos por el mundo del urbanismo. Participar en ella es el primer paso para avanzar un poco más en la comprensión de la ciudad e ir más allá.