Lo mismo que cualquier otra persona

Ese es el resumen de mi pensamiento acerca de esta cuestión. Un arquitecto no es ningún dios, y por tanto, no tiene capacidad para provocar cambios radicales. Ni el artista puede llenar nuestra ciudad con sus obras y pensar que la ciudad está conseguida, ni el técnico puede creer que solucionando problemas mediante cálculos avanzados de estructuras basta para que una ciudad funcione.

La ciudad es algo mucho más complejo, donde lo que vemos no tiene prácticamente importacia comparado con lo que sentimos. Al fin y al cabo las personas buscan el mayor nivel de felicidad posible, y eso no lo da la construcción. Los edificios, parques, calles y plazas son una pieza más del engranaje de la vida actual del ser humano. Pero también lo son el frutero, el taxista, una discoteca, la música, los pájaros... Por tanto, los arquitectos no somos más que exponentes de un campo de conocimiento y expresión, y es por ello que nuestras aportaciones solo pueden ir encaminadas a dicho campo de actuación. 

Sin embargo, el buen arquitecto será capaz de conseguir a partir de sus creaciones niveles de comfort y felicidad en las personas que lo utilizan, y es por ello que resulta una pieza imprescindible en la sociedad. Pero exactamente igual que cualquier otra persona que ponga sus fuerzas al servicio de la comunidad. Queda de esta forma explicado si el arquitecto es una figura fundamental en la construcción de la ciudad