En este artículo, la arquitecta Rosa Barba Casanovas, redactora del mismo, muestra el recorrido y la importancia histórica que han tenido los ejes en la creación de las ciudades y, además, los muestra como algo más que grandes calles rectas.

A lo largo del texto hemos podido conocer las características de diversos proyectos urbanos que encuentran su razón de ser en la creación de ciertos ejes; sin embargo, todos ellos tienen distintos matices y concepciones urbanas. En mi opinión, estas diferencias entre ellos, son debidas tanto a la estructura básica urbana de partida como al objetivo que persigue la actuación. Lo cierto es que el resultado, es una muestra interesante de la concepción urbana y de las necesidades de la fecha. Así, nos habla, por ejemplo, del Cardo y Decumano romanos como ejes centrales de sus asentamientos, los cuales responden a la necesidad de crear una estructura que conecte los lugares importantes, con el objetivo de ensalzar el poder y la vida ciudadana. Sin embargo, en el Plan del barón Haussman, la creación de esas grandes arterias que desagarran la trama tradicional de la ciudad tiene un fin especulativo y un afán por hacer patente las posibilidades del poder existente. De esta forma, podemos observar cómo dichos ejes nos permiten tener una concepción clara del momento histórico en que fueron diseñados.

Pero, también nos habla de otros tipos de ejes urbanos como los de los ensanches, que demuestran la necesidad de crecimiento ordenado de las ciudades, que se suelen imponer en el territorio, mostrando de tal forma los niveles de desarrollo humanos y su capacidad para dominar el entorno que la rodea. En cuanto a ello, creo que estas actuaciones son posibles gracias al medio contiguo; es decir, los proyectos tal cual los conocemos hoy en día, se han podido realizar así porque se daban las condiciones topográficas necesarias. Por ejemplo, difícilmente cabría pensar en el Plan Cerdá aplicado a una topografía montañosa.

Por otro lado, comentar que, en mi opinión, la utilización de estos ejes en las ciudades, es una respuesta a unas necesidades sociales específicas que, en tiempos pasados, por la imposibilidad de medios y conocimientos suficientes, ya se resolvió por medio de otros ejes a los que podríamos denominar “naturales” como, por ejemplo, las corrientes fluviales. Todo ello, teniendo en cuenta su sentido funcional y organizativo del territorio.