En el texto, Tomás Moro nos describe lo que para él sería una utopía, en forma de isla dividida en varias ciudades, en la que, entre otras cosas, destaca su forma de vida: se trata de una comunidad unida en la que no existen conflictos; todas las ciudades tienen la misma cultura, lengua, leyes, instituciones, etc, por lo que no existe competencia entre ellas. Además, en ellas se comparten las tareas e incluso se van cambiando las viviendas, en función de a qué ciudadano le toque labrar la tierra en ese año, tras haber sido instruidos. Se encuentran situadas en el mismo plano, y están dotadas del mismo aspecto -sin contar las particularidades del terreno-. En ellas no existen problemas de sobrepoblación, y tampoco tienen falta de recursos básicos. La propia disposición de la isla la protege tanto del enemigo, gracias a las defensas naturales y artificiales de las que dispone, como de los agentes geológicos: viento, inundaciones, etc...

La realidad es que esta utopía sería irrealizable en la vida real, ya que debido al modo en el que se organiza nuestra sociedad, sería impensable establecer una ciudad en la que todo sea de uso compartido, así como eliminar las diferencias culturales entre una zona y otra. Personalmente me resultaría demasiado molesta la absoluta falta de intimidad de los individuos, acostumbrados a compartir cosas que nos sería imposible aceptar, como el espacio personal de su propia vivienda.