Después de muchos años, hemos empezado a darnos cuenta de construcciones que son un fracaso, como los bloques residenciales en las periferias, la edificación en altura, los grandes vacíos de suelo descuidado… A este tipo de cuestiones respondía Unwin, hablando sobre densidad y costes en los barrios residenciales. En su proyecto, fue descubriendo temas nuevos como los modelos de vivienda, la forma de parcelación, los perfiles y anchuras de las calles, centros, lugares colectivos… hasta incluso la horizontalidad de las vallas y los muros contra la verticalidad de las cornisas y cumbreras. Con esto, el suelo pasa a ser un tema de arquitectura.

Hay dos posturas para crear ciudad, el ‘formalismo’ o el ‘informalismo’. El FORMALISMO se apoya en la legislación, en el trazado y en la tradición clásica y renacentista. El INFORMALISMO en apoya en el lugar, en la edificación, en el contraste y en la diferencia. Bajo mi opinión, creo que la ciudad utópica sería una mezcla de las dos, ya que si se atiende únicamente a la primera, la ciudad sería monótona, sin vida alguna y sin interés. En contraposición, si se atiende a la segunda exclusivamente, la ciudad sería un caos sin orden alguno.

Se abre el debate sobre las calles curvas y rectas, ¿cuál es mejor? ¿cuál peor? Considero que ninguna es mejor que la otra, si no que dependiendo de los usos que tenga la calle en cuestión, enlazará mejor con un tipo o con otro, prestando atención al tráfico que haya, si es peatonal, íntegramente comercial…

Unwin, como “padre del urbanismo británico”, se basó en su estudio en la voluntad de diseñar y dar forma ordenada al crecimiento espontáneo de las ciudades, considerado que se basa desde una postura medievalista y conservadora. Afirma al principio de su libro que no existen dos ciudades iguales, y que el buen urbanismo estará ante todo en saber reconocerlo así.

Otro tema que abordar son los bordes de la ciudad, los accesos, los centros… Unwin estaba obsesionado con la baja densidad, de ahí el hecho de hacer parcelas en los barrios.