Ha sido un error creer que el turismo era la solución, que podía devolver el esplendor a estas ciudades, sin tener en cuenta la enorme transformación que conlleva en esos lugares. Acabando con el atractivo de estos, con aquello que los hacía únicos. Me refiero a las personas que viven en ellos, a sus formas de vida, a como transforman esos lugares. En el momento en que se sustituye a estas personas por otras de paso deja de tener interés,  pierde su identidad, se convierte en un escenario donde se muestra algo que no es.

Es una pena ver como lugares singulares pierden su valor. Debemos saber cuando el turismo se convierte en un problema y regularlo. Favorecer esa convivencia de turista-residente, dotar las zonas de servicios para ambos, regular la cantidad de alquileres en relación con los residentes, evitar que estas zonas queden sin vida, evitar que el turismo arrase con lo existente.