Las calles son el espacio público por excelencia, y por ello debemos pensar cómo introducir el transporte en la ciudad sin destruirla.

Hay una especie de negoziación en el espacio. A la hora de compartir la calle entre peaton y automóvil, se incrementa el riesgo en las calles debido a la no señalización. Por naturaleza, lo que hacemos es reducir nuestras velocidades y es en ese momento cuando somos capaces de centrar todos nuestros sentidos en lo que nos rodea, fijarnos con mas detalle, mirarnos, y entre nosotros mismos decirnos como seguir nuestra dirección, ya sea a pie, en coche o en bicicleta.

De alguna manera, reducir velocidades significa crear momentos, y crear momentos significa crear lugares, lugares para transitar y estar.