Es un texto en el que se observa cómo se sitúa al urbanista en una situación muy pesimista, pero a pesar de ello, estoy completamente de acuerdo con que las ciudades de hoy día solo piensan en el aumento de la población y no en los posibles espacios que pueden surgir en esta.

Por otro lado, también encontramos que “el urbanista debe luchar contra la arquitectura invadiendo sus trincheras” desde mi punto de vista el urbanista no debe luchar contra la arquitectura ni al revés, sino que arquitectura y urbanismo deben convivir e ir de la mano, ya que ambos son capaces de influir de una manera u otra sobre la ciudad y sus espacios, siendo el deber de ambos recuperar la ciudad en su totalidad.