Los espacios públicos se pueden dar en muchas ocasiones como lugares de creación insólita, sin límite de creación, dando lugar a arquitecturas sin sentido y deshumanizadas.

Estos lugares son los únicos que son comunes a todos, donde la interacción es la base para su creación.

El interés de estos espacios, es común a todos los ciudadanos.

Una calle es pública pero está condicionada por sus vecinos, al igual que una plaza lo está por los comercios o las personas que lo transiten.

Crear espacios públicos puede entenderse como algo que es desarraigado del lugar en el que se actúe, o bien, fruto de las necesidades que se requieren una vez estudiado su conjunto.

Dentro de esto se dan proyectos que reorganizan el espacio y mejoran su funcionalidad, pero estas actuaciones lo que producen es una mejora aparente.

Aquel proyecto que dicta la función de cada parte del mismo, está condicionando el comportamiento de las personas sin opción a la creación o la reinvención

En contraposición, una propuesta que deje libertad, con el riesgo de que no funcione o no sugiera nada a la ciudad, quede desierto. Sin embargo, puede ser mas interesante, sugerir actividades creativas fruto de la espontaneidad.

En la historia y todavía ahora el espacio público se utiliza para reivindicar una ideología política o religiosa, ¿podría reivindicarse un espacio funcional donde quede un margen de espontaneidad, en el marco de la comunidad?