El movimiento moderno ha separado la urbanidad de la ciudad. Las dimensiones de los automóviles y grandes distancias se han convertido en los módulos decisivos en una ciudad moderna. Parece que los coches viven la ciudad más que los habitantes en ella. Hoy en día muchos expertos se dan cuenta de que hay que volver a tener al hombre en el centro de enfoque pues es el que da vida a la ciudad.

La gente se encierra en casa  cada vez más y es en parte también por culpa del avance de nuevas tecnologías que invitan al mundo virtual. Esta situación podría cambiar si le ofrecieramos más espacios públicos de calidad y diversidad donde puede encontrar diferentes formas de vida, nuevas amistades o interrelaciones. Necesita espacio para reunirse.

Al final del documental La Escala Humana dice una mujer que para que la ciudad viva hay que proporcionar a la gente el espacio de contribuir a algo.  Estaremos de acuerdo que incluyendo las voces de los ciudadanos a la hora de decidir sobre la forma de la ciudad puede prevenir un caos y aumentar la sensación de pertenencia al lugar. ¿Y si le damos palabra a los niños? ¿No sería nuestra ciudad más divertida? Es la hora de dejar de girar entorno al automóvil y buscar nuevas maneras de conseguir kalokagathia urbana y fomentar la urbanidad.