La buena arquitectura, la que es útil en las ciudades, es la que no solo se sostiene con ideas. La arquitectura está siempre muy ligada a la fuerza material. No siempre por tener éxito publicitario significa que sea algo bueno.

Solá-Morales dice que el buen urbanismo es cuestión de quererlo, desearlo, pero en estos momentos no hay esa voluntad de futuro. Sin voluntad no hay deseo y sin deseo no hay calidad. Nos ponemos en posición cínica y creemos que no hay solución para los problemas actuales ni intentamos buscar la solución, sin darnos cuenta de la riqueza y diversidad que tienen nuestras ciudades.

Hasta el más mínimo detalle puede favorecer a contribuir en el crecimiento de una buena ciudad, por ello es importante resolverlo bien, de una manera que se mejore la ciudad. Esto no significa que los edificios sean “bonitos”, un edificio puede ser bonito y antiurbano a la vez. Se trata de cuestiones de calidad y no solo de gran concepto. Hay que dejar de hacer edificios emblemáticos que hacen perder el sentido de la urbanidad.  Las ciudades tienen que dar sentido de pertenencia.

Lo que ha ocurrido en estos últimos años ha sido la construcción de “arquitecturas del espectáculo”. Todas las ciudades aprovechando los años de auge económico querían tener un hito que mostrara ese auge. Estos hitos son “bonitos” pero no tienen sentido de urbanidad. Debemos dejar esta tendencia de lado y centrarnos de nuevo en la ciudad, en su estructura, en cómo mejorarla en vez de “adornarla”.

Fuente de la imagen: manueldesola-morales.com/proys/Prat_Nord_eng.htm