Los trazos en el territorio, permiten materializar el pensamiento del ser humano en la logica natural que le exceda, racionalizar, formalisar una realidad más grande que la suya para reducirla a una excala inteligible.

Pero, por tan tranquilizadores que sean los trazos, la obseción de organizar tiene su proprias perdidas. La libertad de ir al azar, la sorpresa de perderse, la agradable espontaneidad del cambio...El trazo es tan el lugar del movimiento que  el de la parálisis, un movimiento superficial en un espacio fijo. Ademas, una estructura que tampoco deja libertad al ritmo mismo del movimiento, es un movimiento controlado, regulado por la tipología del dibujo.

Si embargo, el trazo por tan reductor que sea de lo que contiene, da mucha identidad a lo que no esta. Lo que el junta, rodea, exclue, protega, irriga, priva... Se puede leer muchas cosas sobre los lugares que acerca, sus verdaderas naturalezas, sus plazas en la jerarquia del territorio, el interes que constituyen en sus contextos... Fijandose de las relaciones que tienen con el trazo del territorio.

Trazar asigna mucho a los lugares, permitiendo a unos descuidar su calidad original sin desaparecer y limitando el crecimiento de otros. Asi tenemos que cuidar mucho al impacto fuerto que accionamos sobre el territorio cuando dibujamos nuestras ideas, en medioy a escala de mano humana, sobre una cosa muchissima más grande y compleja. Tenemos que ser capaz de ver y conservar al potencial de las cosas.