La expresión “espacio público” se está usando de forma incorrecta, desvirtuando lo que realmente es un espacio público. La extensión de esta práctica ha llegado a incluir una estricta noción de espacio público como condición material del espacio político. Ahora cualquier lugar de la ciudad es un espacio público ya que es la condición colectiva la que define la urbanidad, todos estos espacios tienen su parte de públicos ya que comparten el modo de cómo son apropiados por los ciudadanos. Esto hace que sea complicado decidir que “espacio público” es correcto o no.

Debemos preguntarnos “¿qué es lo que constituye el espacio público como experiencia real?” No debemos olvidar que el espacio colectivo por excelencia es “el espacio no apropiado para ninguna moda, ni autor/actor, ni ningún político de referencia, puesto disponible en la interpretación abierta y a la intersección de intereses.”

Muchos proyectos de “espacios públicos” han olvidado su entorno, siendo una oportunidad de inventiva para su autor. Sin embargo, el espacio público está dentro de la estructura de las distintas calles y plazas y es el sustrato esencial de la convivencia e interacción de los ciudadanos.

Hay varios tipos de proyectos: los que ordenan, los que aumentan el ámbito previo del espacio público, los que colectivizan y los que inventan. Sin embargo, que sean proyectos acertados no conlleva urbanidad. La ciudad debe ser una prioridad a la hora de realizar un espacio público, es importante conocer el entorno para hacer un espacio de urbanidad. Aunque no por ello se debe olvidar el componente humano en estos espacios.

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