Quizá el autor está queriendo expresar que con el tiempo, se ha perdido la habilidad de emplazar originalmente y se ha conducido hacia lo convencional y aburrido.

Se pone de manifiesto que emplazamiento y sociedad son dos palabras que van de la mano, el hombre y su ambiente funcionan conjuntamente, siendo los lugares los que determinan parcialmente el carácter y forma de vida de las personas; por ello un lugar no es sólo su urbanismo o arquitectura, sino también un entramado de relaciones y condiciones que se dan entre la sociedad.

A la hora de emplazar y habitar un sitio, debe tenerse en cuenta un proceso adecuado para ello. Lo fundamental es conocer para quién se hace, qué actividades y modo de vida se fomenta con lo que se hace, y el papel de las personas. Es algo un poco irónico, pues el programa queda limitado por las condiciones físicas del sitio, pero el terreno no puede analizarse hasta que no se tiene claro el programa. Pero por muy radical que sea el plan de emplazamiento, una cosa es clara: que siempre queda una continuidad del lugar anterior.

Normalmente, satisfacer completamente un plan es complicado, para ello debería cumplir cada objetivo importante, y muchas veces se tiende a dar importancia a aspectos menos relevantes, lo cual es lógico, pues el conocimiento de un emplazamiento a fondo requiere mucho trabajo y esfuerzo. Es preferible plantear los objetivos lo más concretamente posible, y después comprobar qué se ha conseguido y que no. Normalmente la destreza en este ámbito se consigue con la experiencia.

Si alguna conclusión saco de esto, es que la concepción de un determinado emplazamiento no debe existir sin la estricta visión y deseo de propiciar una gran variedad de comportamientos humanos en el mismo, siempre de acuerdo al plan que se considere oportuno, y en definitiva, mejor.

Fuente de la imagen: http://li-mac.org/es/exhibitions