Existe una tendencia a pensar que las ciudades van a funcionar siempre de forma esquemática. Una simplificación de un hecho tan complejo como es la ciudad provee de facilidades al enfrentarnos a ella. En realidad, no se puede estructurar de esa manera una ciudad pues, terminarán siempre  funcionando de otra manera, como una retícula. Aparecen relaciones y conexiones entre las partes de la urbe mucho más allá y profundas que las que nos ofrece un simple esquema-árbol.

Este hecho se  observa fácilmente con la distinción que hace el autor entre las ciudades que llama naturales de las que denomina artificiales. Las primeras son aquellas que han crecido de forma más o menos espontánea y las segundas las que responden a una planificación previa. Al estudiarlas, se observa que las ciudades naturales tienen un carácter del que carecen las artificiales, algo que los urbanistas han detectado e intentado corregir. Esta diferencia se debe a que las ciudades naturales tienen estructura de retículo y las artificiales están pensadas como un árbol.

El autor dedica cierto espacio a explicar los conceptos matemáticos de semirretículo y árbol, que son dos tipos de conjuntos de elementos formados a su vez por subconjuntos, capaces de ser representados gráficamente. El primer dibujo, correspondiente al retículo, cuenta con aristas que se cruzan, mientras que el segundo no (es la clásica imagen que tenemos de un árbol genealógico).

Así en el resto de articulo,  el autor muestra como algunos elementos de la ciudad , como las universidades y su relación con el resto de la ciudad, funcionan como En el resto del artículo, el autor muestra como las ciudades y otros elementos, como las universidades, son un semirretículo y no un árbol, y explica por qué las personas tendemos a ver los conjuntos complejos como árboles.

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