“… una ciudad no se construye en cinco años, y no podemos juzgar los resultados lo mismo que juzgamos un edificio, una novela o una ópera.”

Esas calles de las que hablaba François nos han llevado al instante, al momento. Sabemos qué no debemos hacer, pero si lo hacemos y contribuimos a cumplir con la idea de “calle publicitaria” cumpliremos con la calle actual, y con la economía propia, que parece haberse convertido en un objetivo mayor que el entendimiento de “espacio público” del propio Manuel de Solá-Morales.

   “…, porque la gran fuerza de la ciudad es que sigue atrayendo gente, y cuanta más, mejor.”

Nosotros somos la ciudad. A pesar de que este se cree a partir de la calle, la población mundial ha tenido un intenso crecimiento que lleva consigo un nuevo concepto de ciudad:

“… la ciudad es una máquina cada vez más rica y diversa… su verdadera belleza es también sus conflictos,… imagen de una vida mucho más moderna.”

   “…, un edificio de cristal colocado en un determinado lugar puede ser un objeto bonito pero totalmente anti urbano, y es anti urbano por su materia, porque automáticamente es entendido como ajeno, agresivo.”

Una vez tomado “el cerdo como animal de compañía”, avancemos de forma coherente. La materia es lo que permanece, es el verdadero urbanismo, y su relación con el ciudadano, de ahí la importancia de una aportación acertada de arquitectos, ingenieros y urbanistas.

   “¿Qué es lo esencial que tiene que dar hoy la arquitectura al ciudadano? El sentido de la permanencia,... El cambio de lo subjetivo a lo colectivo,… En la ciudad vivimos con total sensación de que compartimos.”

Hacer nuestra la ciudad. Convertir al ciudadano en la verdadera calle para la ciudad. El crecimiento a conseguir, hacia nosotros, hacia la humanidad, que culmine en un sentimiento conjunto de ciudad.

Imagen obtenida de: http://comunidad.uem.es/uemismore/2012/2/29/manuel-sola-morales-espejo-el-reflejarse-d-e-p-