“El interés por el espacio público  parece autojustificativo. Y eso, puede llevar, en su exageración, a resultados involutivos.”

  A la hora de enfrentarse el urbanista a un espacio vacío en el retorcido entramado de la ciudad, parece que instintivamente piensa en convertirlo en espacio público, o lo que es lo mismo, en un espacio urbano al servicio de los habitantes de ese lugar. Ahora bien, ¿en qué momento el arquitecto olvida que ha de hacer el espacio funcional a partir de los elementos que componen ese lugar y no viceversa?

  Realmente lo importante es mejorar la calidad de los espacios, pudiendo realizarse esta tarea mediante diversos medios. Pero tenemos que tener claro que el trabajo del urbanista no consiste rellenar el espacio sino en cualificarlo.

  Véase como ejemplo a destacar a Lacaton y Vassal en cierta plaza de Francia. Ellos lo vieron claro, el espacio público estaba perfectamente definido y no era necesario rellenarlo de ornato para dotarlo de ese carácter. Y es muy destacable este hecho en contraposición a tantos otros espacios urbanos que parecen pretender rellenar cierto vacío en una ciudad sin compromiso hacia los futuros usuarios.