Lo interesante de este texto es que evoca diferentes herramientas para ayudar al urbanismo a componer la ciudad: diagonal, plano, sección, modelo de ciudad circular o continua.

El texto evoca el interés de la diagonal en los proyectos urbanos. Es una herramienta utilizada por los arquitectos, ya que permite una lectura sintética de la composición. Este corte permite también comprender la relación de la manzana con el resto de la ciudad.

Asimismo, en las ciudades, las calles anchas como la calle Insurgentes en México, sirven de columna vertebral y conectan todos los barrios y actividades. Son cortes longitudinales que reflejan la identidad de la ciudad, sus particularidades y le dan unidad.

La ciudad también puede ser percibida como un mosaico de fragmentos, elementos dispuestos en secuencias sucesivas y más o menos relacionados entre sí. En lugar de proponer un proyecto urbano unitario, esta visión pone de relieve las particularidades y permite una mayor diversidad de los espacios y de sus cualidades.

Por otra parte, un punto que me llama especialmente la atención es la fractura entre la representación normalizada y la visión de la ciudad en su práctica cotidiana. En efecto, la visión de la ciudad, desde el punto de vista del habitante, es muy diferente. Está construida por la memoria y la experimentación del lugar. Los experimentos realizados por sociólogos entre los habitantes han mostrado estas diferencias. Han pedido a la población que dibuje su ciudad, de manera sensible. Resulta que la ciudad aparece como una sucesión de puntos de interés, que pueden formar una continuidad o no. En cualquier caso, la lectura de la ciudad está vinculada a los lugares de ocio, de trabajo, a los viajes diarios. La representación de la ciudad es individual, presente en cada uno de nosotros a través de la apropiación.