Para calificar el neourbanismo, la conclusión del libro evoca un urbanismo de dispositivos. A partir de esta noción emergen otros adjetivos para hablar de un urbanismo del futuro: reflexivo, precavido, participativo, flexible, heterogéneo, estilísticamente abierto y multisensorial.

La noción de urbanismo de dispositivos evoca ante todo la idea de proceso. Es la idea de que el urbanismo y su planificación no se reducen a un plan o una sección realizados en un momento preciso. Se trata de un proceso que tiene un principio y un fin, una especie de vida, y que está en constante evolución entre estos dos acontecimientos.

Este proceso incluye la creación de documentos, pero también la participación de numerosos actores, para negociar, elaborar y aplicar las decisiones. Esta idea de urbanismo participativo me llama especialmente la atención, porque el objetivo es también avanzar hacia una mayor participación ciudadana. El urbanismo participativo implica la intervención y la idea de cohesión entre los diferentes actores.

Esta idea de participación ya se aplica durante el período de consulta, por ejemplo, para los proyectos de arquitectura y urbanismo. Los proyectos se muestran generalmente en el ayuntamiento o a través de vallas publicitarias. También se celebran reuniones de intercambio cuando se trata de proyectos sujetos a una encuesta pública. Sin embargo, no siempre se tiene en cuenta el resultado de estos intercambios. Además, se observa que muy pocas personas se interesan por esas reuniones y acuden a ellas, quizás por falta de comunicación por parte de las comunidades. La idea de un urbanismo participativo debe valorarse, pero no es un concepto nuevo, y el hecho de que se ponga de relieve muestra las limitaciones de su aplicación actual.