La mente humana usa la estructura árbol para elaborar ideas complejas, esto es algo innato y no podemos convertir esta estructura en un semirretículo de una forma visualizable y sencilla.

A pesar de esto las ciudades no pueden ni deben ser un árbol, esta es la conclusión más importante del texto de Christopher Alexander, y es que la ciudad no se puede pensar con una estructura de árbol, son numerosos los ejemplos de ciudades artificiales donde son visibles los fallos y hacen que anhelemos las ciudades naturales, que se crearon de una manera espontanea a lo largo de los años.

Nuestra mente puede ordenar las cosas jerárquicamente de una forma inmediata, pero una ciudad no puede ser una sucesión jerárquica de usos o servicios. A una pequeña escala la ciudad puede funcionar como un no árbol, en las nuevas ciudades se debe dejar espacio para que surjan cosas, interacciones, relaciones; no debemos caer en el error de una imposición excesiva como sucede en Brasilia o Chandigarh. Debemos analizar las características que se dan en la vida de una ciudad natural, e intentar reflejarlas en nuestras ciudades modernas, esta sería una manera de huir de la idea de árbol para la ciudad.

Imagen: Ciudad de Siena, ejemplo de ciudad natural.