Para el 2050 el 80% de la población habrá emigrado a las grandes ciudades, se calcula, en búsqueda de la felicidad y prosperidad. ¿Pero cuál es la escala para medir la felicidad en una ciudad?

La forma en que construimos las ciudades tienen influencia directa en como vivimos. Primero se han hecho las ciudades para los automóviles, ahora occidente las reivindica para las personas: ciudades bajas, espacios para relacionarse, carriles bici. Cuanto más espacio público se deja a la gente más vida hay.

Esas ciudades del futuro que vemos en las películas ya son presentes: frías. El humano no encaja aquí: calidez frente a frialdad… Social. En busca de una vida mejor y dinero emigramos a las ciudades. Pero estas no están diseñadas para la inclusión al humano.

La solución está en comprender las actitudes y aspiraciones de la gente.

El humano tiende a lo social. Ahora buscamos pisos pequeños para pocas personas o para vivir solos. Primero modelamos nuestras ciudades y después nos modelan ellas.